Enfrentando a Dios

La verdad de Dios. Sin filtros, sin maquillaje.
Aquí no endulzamos el mensaje para hacerlo cómodo.
No hablamos para agradar, hablamos para despertar.
Porque la verdad no sana si se disfraza.
Y la Palabra no transforma si se suaviza.

Aquí hablamos claro.
Directo al alma, sin rodeos, sin excusas.
Lo que arde, purifica. Lo que duele, libera.
Y lo que Dios dice, se dice completo — aunque incomode.