Agenda filosófica: Responsabilidad

Ser responsable significa responder al compromiso con los valores que llaman a ser realizados y responder de las consecuencias de tal respuesta.
Ambas formas de actuación implican poseer sensibilidad para los valores, esto es, descubrir y reconocer la fecundad que tienen para nuestra vida al ofrecernos posibilidades de auténtico desarrollo personal.
La palabra responder (contestar, asegurar que algo se va a cumplir) viene del latín "respondere", formada por el prefijo re- (reiteración) y el verbo "spondere" (prometer, ofrecer).
Para ser responsable debe tomarse distancia frente a cuanto nos viene impuesto del exterior (modas, prejuicios, opinión pública poco contrastada) y esforzarse por discernir entre los distintos valores, ordenarlos y conceder la primacía a los más elevados.
Ser responsable es tomar las riendas de nuestra vida y responder a la marcha de la misma, de su sentido o sinsentido, de sus logros o sus fallos. Esta decisión nos confiere independencia personal, pero no alejamiento altanero respecto de los valores.
Cuando vinculamos por decisión propia la autonomía y la obligación, adquirimos nuestra máxima dignidad y madurez personal. Si pensamos que ser independiente consiste en rechazar toda norma de conducta que no haya sido formulada por nosotros mismos, nos hallamos todavía en una fase de inmadurez. Para superarla debemos pensar que toda obligación (estar ligado a algo) supone una forma de obediencia, lo que significa "oir con atención" (en latín "ob-audire"), esto es, prestar oídos a la llamada de los valores a fin de asumirlos en la propia vida y conceder a esta un pleno desarrollo.
Ser responsable y obedecer a aquello que nos impulsa a mejorar no implica dejarse dominar por quien dispone de mando sobre nosotros, sino colaborar con quien goza de autoridad, es decir, de quien nos inspira con su ejemplo.
La responsabilidad supone compromiso, participación activa en la vivencia de los valores, no sumisión a las fuerzas coactivas que arrastran pero no atraen. No debe olvidarse que los valores incentivan la libertad creativa del hombre porque lo atraen hacia múltiples formas de encuentro, pero no lo coaccionan nunca.
El encuentro, si es auténtico y no mera vecindad, constituye una fuente de luz. Esto se evidencia cuando actuamos como seres dialogantes y razonables que se abren a los demás impulsados por un ideal de auténtica amistad.
Ser responsable comporta llevar una vida interior, lo que supone ser una persona juiciosa, reflexiva, ponderada y no precipitada en el pensar y en el actuar.
Entregarse a cualquier forma de vértigo es una irresponsabilidad, por cuanto comporta adoptar como ideal un antivalor y perder el control de sí mismo.
Para ser responsables, en fin, debemos hacernos cargo de nuestra propia identidad. El filósofo estoico Epícteto decía: "Si quieres algo bueno, búscalo en ti mismo". Hemos de recordar lo que somos de verdad, ya que la memora está en la base de la fidelidad al propio ser. Recordar es re-crear la propia realidad y ponerla ante los ojos con renovada energía y lucidez.
Fragmentos extraídos del "Libro de los Valores",
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