Razones y consecuencias de la división opositora | Jorge Fontevecchia

En un sistema político que se deshace frente a un fenómeno que no termina de entender, la derrota funciona menos como una llamada a la unidad que como un repelente industrial: peronistas, radicales y ex cambiemitas huyen en direcciones distintas mientras Milei, fortalecido por su triunfo y por la implosión ajena, avanza para convertir a LLA en la primera minoría del Congreso. La diáspora opositora —explicable por incentivos racionales, dinámicas animales y liderazgos corroídos— cristaliza un nuevo equilibrio de poder donde los gobernadores negocian a cara descubierta, los bloques se fracturan como vidrio templado y Cristina Kirchner intenta contener una dispersión que ya no responde a nadie. Con 94 votos propios más aliados ambulantes, Milei roza el control legislativo, mientras la oposición, atrapada entre rencores viejos y la ausencia de un proyecto común, repite su liturgia preferida: dividirse justo cuando más necesita existir.
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