Quedé embarazada de nuevo y le dije a mi hijo de 18 años que tiene que hacer horas extra,

Quedé embarazada de nuevo y le dije a mi hijo de 18 años que tiene que hacer horas extra, porque el papá del niño no se quiere hacer cargo y con lo que él gana, no nos alcanza para mí y sus 3 hermanos.

El pavo desapareció de la mesa como si alguien hubiera arrancado el corazón de la Navidad con las manos. Mis tres niños me miraban con esa cara de hambre y confusión que te atraviesa el pecho. Y mi hijo David, el “héroe” de 18 años, ya iba saliendo por la puerta con la cena que ÉL MISMO había comprado. Yo, embarazada, parada frente a un árbol medio pelado, tuve que tragarme la humillación más grande de mi vida. Si creen que esto fue “porque sí”, respiren… porque lo que pasó antes explica todo. Yo soy Silvia, madre de cuatro y con otro bebé en camino, y si a alguien le molesta leer eso, que se tape los ojos, porque así es mi realidad: yo no tengo el lujo de vivir “ligero”. David, mi hijo mayor de 18 años, es el único que ya trabaja y el único que puede ayudarme de verdad, porque el papá del bebé que estoy esperando decidió que la paternidad es opcional. Y antes de que vengan con discursos de “pues no te embaraces”, les digo algo: la vida no se detiene para que uno planifique bonito, la vida te cae encima y tú haces lo que puedes. Yo no quedé embarazada para fastidiar a nadie, yo quedé embarazada porque todavía me quedaba esperanza de que las cosas podían salir bien. Y cuando esa esperanza se murió, yo tuve que convertir la vergüenza en plan, porque alguien tenía que sostener esta casa. En mi casa hay tres niños menores que dependen de mí para absolutamente todo: comida, útiles, ropa, salud, calma. Y yo, además de estar embarazada, tengo que ser madre, padre, psicóloga, empleada del hogar y saco de box para los juicios ajenos. David siempre ha sido buen hijo, sí, pero también es joven y tiene esa enfermedad de los jóvenes: creen que el mundo es justo y que la responsabilidad se reparte sola. Cuando le dije que necesitaba que hiciera horas extra, no fue para “explotarlo”, fue porque la realidad me estaba explotando a mí. No es como que yo disfrute pedirle a mi propio hijo que cargue con peso de adulto, pero alguien tiene que hacerlo cuando los hombres se borran. David me soltó esa cara que ponen los hijos cuando quieren decir “no es mi problema” pero les da culpa.


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