LEVÍTICO CAPÍTULO 19
Автор: RMA
Загружено: 2025-11-20
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LEVÍTICO - CAPÍTULO 19
El Señor habló nuevamente a Moisés, en uno de los discursos más ricos y abarcadores de toda la ley. Le ordenó dirigirse a toda la congregación de Israel, no solo a los sacerdotes o a los líderes, sino a cada hombre, cada mujer, cada familia.
Lo que iba a pronunciar tenía un propósito profundo: enseñarles cómo vivir una santidad cotidiana, una santidad que no se limitara al santuario o a los sacrificios, sino que impregnara la vida diaria.
“Sed santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo”. Con estas palabras comenzó el discurso. Era una invitación tan alta como íntima: reflejar el carácter del Dios que los había escogido. La santidad no era un mandato frío, sino una forma de vida que nacía de la relación con Él.
El Señor empezó a detallar lo que significaba esa santidad en acciones concretas.
Les ordenó honrar a padre y madre, mostrando que la santidad empieza en casa, en el respeto a quienes dieron la vida. El respeto por la familia era la base de una vida ordenada. También les mandó guardar los días de reposo, recordándoles que en el descanso se hallaba la memoria viva del Creador.
Luego advirtió contra los ídolos: no debían hacer figuras talladas ni imágenes de metal fundido. Dios quería que el pueblo mantuviera su atención en Él, sin diluir su devoción en objetos creados por manos humanas. Era una invitación a la fidelidad espiritual.
Dijo además que cuando ofrecieran sacrificios de paz, debían hacerlo de manera que le fueran agradables. La pureza en el corazón y la obediencia a los tiempos establecidos eran parte del respeto hacia el Señor. Un sacrificio no era simplemente un rito: era un acto de relación, de entrega sincera.
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