Las voces q creen saber más de uno q uno mismo

Debo confesar que yo tenía esta mala costumbre, de dar mi opinión y expresar lo que yo pensaba, aún cuando no se me ha había solicitado, ninguna de las 2 cosas. Mi excusa era ser directa y franca. Que yo ofrecía franqueza, que siempre sería mejor eso que no decir la verdad o endulzar una cruda realidad. La verdad, ante todo. ¿Verdad?, ¿qué verdad? ¿La del otro o la mía? ¿A qué costo?
¿De verdad quería yo ser eso -honesta? O lo que en realidad quería era decir lo que NO me atrevía a decirme a mi misma.
En las vueltas de la vida y en las lecciones aprendidas al enfrentar mis demonios, me di cuenta de que cada vez que yo expresaba u opinaba algo en realidad hablaba de mi y mis carencias, de mi falta de valor, de no atreverme a enfrentarme a mi misma en su totalidad.
Decir cosas a los demás nunca fue, ni es algo requerido, los consejos y las opiniones se piden, ¡NO SE DAN! Es por eso por lo que los especialistas siempre nos recuerdan que cuando expresamos nuestro juicio y opinión de nosotros o de los demás, no es más que una proyección personal y tiene más que ver con la persona que la emite, que quien está recibiendo dicho veredicto.
Cuando hice aquel primer vídeo en donde hablo de que fui víctima voluntaria de escuchar a un entorno que yo permití me exigiera una realidad y una vida que nunca logré, ni quería, ni podía, es cuando entendí que yo escuchaba esas voces, porque yo era esa voz para alguien más. Yo también soy responsable de haberle causado lo mismo a alguien y reconocerlo no lo hace menos grave y de verdad me siento avergonzada y pido disculpas, pero justo reconocerlo así me permite hacer un mejor esfuerzo al detenerme y pensar antes de emitir mi opinión. Darme cuenta de esto me ha hecho poner en perspectiva mi propia vida, mis actos y en la medida de lo posible y lo digo así, poner límites porque no siempre se puede o son aceptados, cuando alguien cree que puede decir, opinar y cuestionar sin detenerse a pensar que sus palabras podrían ser dolorosas e injustas con la justificación de que decir lo que se piensa es lo correcto sin detenerse a pensar que nadie, NADIE tiene la autoridad moral de hacer tal cosa.
Yo lo sé de sobra, yo he sido yo fui esa persona y es por eso que lo reconozco y lo detecto.
Uno de los efectos más tristes es que en vez de preguntar se cuestiona. Preguntar implica curiosidad, preocupación y acompañamiento, cuestionar es duda implícita.
Yo me he visto en ambos lados en donde la otra persona la sometí a que me diera explicaciones largas de algo que no era de mi incumbencia. Y de solo pensarlo me siento muy avergonzada.
Y yo, me he visto en situaciones en donde acabo elaborando una historia con un contexto largo dándole vueltas a la situación con la sola intención de convencer a la otra persona que hay una explicación para mi reacción o proceder, y mientras elaboro esa historia larga para poder quitarme de encima el tono enjuiciador con el que estoy siendo tratada, por dentro he sentido como me derrumbo por traicionarme, por dar una explicación innecesaria, por permitir quedar con un sentimiento de defectuosidad con tal de no decepcionar a la otra persona, que con el dicho que lo hace desde un lugar de cariño, empatía e interés, cuando no se detiene a pensar lo que ya ha causado en mí.
Esas voces que creen saber más de uno que uno mismo, habría que empezar a platicar con ellas y primero hacer una revisión personal, antes de darnos el ¨lujito¨, de opinar y aconsejar.