Palabras de S.M. el Rey en la entrega de la 37ª edición de los “Premios Rei Jaume I”
Автор: casarealtv
Загружено: 2025-11-25
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És un honor, un any més, estar en aquest Palau de la Llotja de València per al lliurament dels Premis Jaume I. En aquesta joia del gòtic civil valencià, confluïxen ─i parle en termes no només geogràfics, sinó també històrics i culturals─ totes les rutes del Mediterrani. No hi podria haver millor lloc per celebrar la ciència i l'emprenedoria.
No lejos de donde nos encontramos, la reconstrucción avanza, aunque nunca suficientemente rápido; y la ‘normalidad’ vuelve, paulatina, a la vida de las zonas afectadas. Pero, la vida aquí no será igual por mucho que se reconstruya y recupere. Hay pérdidas que son irreparables, irrecuperables. Muchos valencianos y valencianas conviven aún con los efectos materiales y emocionales de la devastación que produjo aquella DANA hace un año.
Por eso, cada vez que he regresado a esta tierra desde entonces ─y por fortuna no son pocas─ he querido empezar dirigiéndome a los afectados: recordar que están ─que estáis─ muy presentes, que sabemos que queda aún mucho por hacer; y que contáis con el afecto y el apoyo de todos los españoles y desde luego, el de la Corona.
Señores, señoras
Al recordado profesor Santiago Grisolía, que creó estos premios hace 36 años, se debe la frase “sin ciencia no hay futuro”. A él le gustaría ─tal vez más que a nadie─ ver que, año tras año, siguen cumpliendo ese cometido de reconocimiento, de reivindicación y de impulso tanto de la Investigación como de la divulgación del conocimiento y la cultura científica.
Porque estos premios invitan ─obligan incluso─ a reflexionar sobre tanto que debemos a quienes abren nuevos horizontes al conocimiento, al crecimiento y al bienestar. Y envían a la sociedad un potente mensaje de optimismo, de esperanza, en un momento en que tanto se necesita.
A la siempre compleja realidad del investigador ─formación larga, financiación difícil y resultados nunca asegurados─ se suma, en los últimos tiempos, una coyuntura geopolítica poco proclive al intercambio y la cooperación científica internacional. Esta combinación de factores agudiza la incertidumbre y puede desincentivar vocaciones o desalentar los apoyos.
No está en nuestra única mano, como país, revertir esa deriva internacional, pero sí insistir en la evidencia de que ─como dijo Mario Draghi en su agradecimiento por el Premio Princesa de Asturias de Cooperación internacional─ “construimos nuestra prosperidad sobre la apertura y el multilateralismo”.
Esa enseñanza política y social vale también para la ciencia: los grandes resultados científicos parten de la cooperación, de las sinergias, del trabajo en equipo. No parece casual que los premios Nobel científicos se otorguen, cada vez con más frecuencia, a colaboraciones y a equipos.
Por eso es precisamente ahora cuando más sentido tiene insistir en las redes y en la movilidad entre los centros de I+D+i y las empresas. La suma de esfuerzos es imprescindible cuando se quiere armar un sistema de ciencia y tecnología potente y productivo, que reduzca vulnerabilidades y atraiga el interés de los socios comerciales.
Y para lograr este objetivo, la dimensión europea es fundamental. Porque en un mundo de grandes bloques, la Unión nos permite competir mejor. Como el propio Draghi nos recordaba en su valorado informe de septiembre del pasado año 2024, necesitamos una Unión que se esfuerce por cerrar la brecha de la innovación de la UE con respecto a China y Estados Unidos.
Señores, señoras,
Los Premios Jaume I de este año son un gran ejemplo de ese espíritu de apertura y colaboración al que me he referido, y que es consustancial al mundo de la ciencia, al de la academia, al de la empresa y desde luego, a la idea de Europa.
Se han formado en centros de investigación nacionales y extranjeros, han regresado a España, han dirigido laboratorios, equipos o institutos de investigación y se han comprometido con la formación de nuestros jóvenes.
Qué importante es ese compromiso con los que vienen detrás de nosotros. Se atribuye a Aristóteles la afirmación de que “la excelencia no es un acto, sino un hábito”, así que tomen nota quienes piensen en dedicarse a la ciencia: no hay tiempo mejor empleado que el de la formación y ─bien lo saben nuestros premiados─ es un tiempo que dura toda la vida.
A la investigación y el emprendimiento, los premiados suman una clara inquietud por los retos de nuestro tiempo. Su labor se desarrolla en temas tan actuales como ─por citar solo algunos─ la investigación sobre la biología y la prevención del cáncer; el hallazgo de nuevas patentes y terapias en la lucha contra la enfermedad; el desarrollo de empresas de base tecnológica e iniciativas para abordar las enfermedades raras y olvidadas; el análisis de la capacidad de adaptación de las sociedades a los retos medioambientales; o el estudio de los márgenes comerciales y su impacto en las desigualdades.
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