32-2 La falta de perdón enferma

La falta de perdón enferma
Hebreos 12:14-15: “14 Procuren la paz con todos, y la santidad sin la cual nadie verá al Señor. 15 Miren bien que ninguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que ninguna raíz de amargura brote y cause estorbo, y que por ella muchos sean contaminados”.

Una persona con falta de perdón hacía los demás corre el riesgo de que se desarrolle la amargura en su corazón.
Usualmente, la amargura está basada en el pecado de otros hacía nosotros. Ese pecado puede ser real o imaginario.
Más allá de lo que hagan o dejen de hacer los demás, está en nosotros, como ofendidos, el cómo vamos a reaccionar ante las ofensas (ya sean reales o imaginarias). ¿Perdonaremos o dejaremos crecer la amargura en nuestra alma?

Si decidimos no perdonar, entonces, como dije: la amargura puede echar raíces en nuestra alma. Como dicen las Escrituras en Hebreos 12:14-15, esa amargura, cuando brota, es decir cuando produce fruto, será un estorbo para nuestra vida y también será contaminación para los demás.

Antes de que la falta de perdón, manifestado en forma de amargura, haga daño y contamine a los demás; el primer perjudicado es la misma persona que decide no perdonar. Es decir, quien no quiere perdonar a los demás, se está infligiendo un perjuicio a sí mismo.

Uno de los daños con que se agrede a sí mismo la persona con falta de perdón es la amargura. La amargura es una forma de depresión donde la persona se enfoca negativamente en el mundo exterior, convencida de que ha sido tratada injustamente (nuevamente, puede ser real o imaginario). La amargura es el resultado del resentimiento que aflige al alma. Nadie puede disfrutar plenamente de la vida, ni tener paz si en su corazón tiene amargura.

En este sentido, existen diversos estudios científicos que han comprobado que existe una estrecha relación entre la amargura y ciertas enfermedades, tanto del cuerpo como del alma. Algunas de estas enfermedades en específico son el cáncer y la artritis. No quiere decir que todos los que padecen esas enfermedades es por causa de la amargura.
Los síntomas físicos de una persona con amargura en su corazón pueden ser: presión arterial alta, desórdenes estomacales, problemas intestinales, insomnio, enfermedades cardiacas. En cuanto a los síntomas emocionales se pueden mencionar: inseguridad, ansiedad, preocupación, depresión, temor. Nuevamente, no todos quienes tienen esos padecimientos es por causa de la amargura, pero es una forma como la amargura se manifiesta en el cuerpo y en el alma

También, se ha demostrado que el enojo y la ira, ambos arraigados en la amargura, tienen una influencia importante afectando al sistema nervioso y al sistema inmunológico de las personas. Si el sistema inmunológico de una persona no funciona correctamente, entonces, su cuerpo no tiene la capacidad suficiente para defenderse de las infecciones y de las enfermedades. Así que una persona en esa condición se encuentra vulnerable a los ataques externos. Lo cual puede derivar en una situación crítica de salud.

Sin embargo, este supuesto llamado “descubrimiento” científico no es una novedad ya que la Biblia había señalado la relación entre la tristeza y las enfermedades miles de años antes de que los científicos llegarán a la misma conclusión.

La Palabra de Dios dice en Proverbios 17:22: “El corazón alegre mejora la salud, pero un espíritu abatido seca los huesos.”. Al mismo tiempo que la Biblia dice cuál es la raíz del problema, ofrece el remedio: un corazón alegre. La real, y duradera, alegría del corazón sólo proviene de Dios y es para aquellos que viven de acuerdo con Su voluntad.

Por sentido común y aplicando cierta inteligencia y con el deseo de vivir una vida más saludable; es más que evidente que nos resulta mucho más conviene perdonar, que amargarnos y, hasta enfermarnos, por la falta de perdón.

¡Bendiciones!