La historia de "ITO": El niño de Salamanca que encantó al Real Madrid

La historia de Ito: El niño de Salamanca que encantó al Real Madrid

Andrés Alonso García, más conocido en el mundo del fútbol como Ito, nació el 26 de abril de 1961 en Salamanca, España. Desde muy joven demostró un talento único con el balón en los pies, un don que parecía innato, forjado entre las calles del barrio de Garrido y los campos de la ciudad charra. Su toque refinado, casi magnético, pronto llamó la atención.

Su trayectoria comenzó en el CF Palencia, donde disputó la temporada 1979/80 en Segunda División. Allí, Ito dejó sus primeras huellas en el fútbol profesional, atrayendo el interés del club de su ciudad natal, la Unión Deportiva Salamanca, que lo fichó para la temporada siguiente.

Bajo la dirección de Felipe Mesones, Ito debutó en la élite del fútbol español. Su estreno en La Liga llegó el 6 de abril de 1980, ante el Hércules, en el estadio Helmántico. En la temporada 1980/81, el joven atacante explotó. Sus regates electrizantes y su velocidad en espacios cortos encantaban a la afición, que hacía de cada domingo una fiesta, a pesar del descenso del Salamanca ese año.

Aun con el descenso, Ito brillaba tanto que los grandes de España lucharon por su fichaje. El Real Madrid ganó la puja frente al Barcelona y el Valencia, convirtiendo al delantero en su adquisición más importante para la temporada 1981/82. El dinero obtenido con su traspaso fue vital para que el Salamanca sanease sus cuentas y armara un equipo competitivo para volver a Primera.

En el Real Madrid, Ito fue acogido como una de las grandes promesas del fútbol español. La adaptación, sin embargo, no fue sencilla. El Bernabéu, exigente e implacable, pedía algo más que talento: pedía constancia y fortaleza mental. Su gran padrino fue Vicente del Bosque, quien no solo lo apoyó futbolísticamente, sino que incluso lo acogió en su propia casa, tratándolo como un hijo. Ito compartió vestuario con leyendas como Juanito, Santillana, Camacho y el propio Del Bosque. Incluso llegó a formar parte del tridente ofensivo en una final de Copa del Rey contra el Sporting de Gijón, título que acabaría conquistando.

Fueron tres temporadas con el Real Madrid, en las que conquistó la Copa del Rey 1981-82 y fue subcampeón de La Liga en 1982-83 y 1983-84, además de disputar finales de la Copa de la Liga y la Supercopa de España. Representó a la selección española Sub-21 en siete ocasiones.

Sin embargo, a pesar del prometedor inicio, Ito no logró consolidarse como titular en el conjunto merengue. Fue cedido al Real Valladolid en la temporada 1984/85, donde tampoco tuvo fortuna. Al año siguiente fichó por el Real Betis, como parte de la operación que llevó a Rafael Gordillo al Madrid. En tres temporadas con el Betis, tuvo un papel más discreto, cerrando su etapa en la élite con 114 partidos y 11 goles.

Su carrera prosiguió en equipos más modestos como el Ceuta y la Cultural Leonesa, donde colgó las botas.

Lejos de los focos, Ito eligió Sevilla como su hogar definitivo. En la ciudad del Guadalquivir y la Giralda construyó una nueva vida, trabajando en el sector de ventas de materias primas para panadería y pastelería, siempre priorizando a su familia. Conserva un profundo cariño por Salamanca, la ciudad que lo vio nacer como futbolista, donde, con tan solo 14 años, ya maravillaba en el club Forterra antes de llegar a la UDS.

Ito guarda una gratitud inmensa hacia Vicente del Bosque, a quien considera un mentor y amigo. Recuerda con emoción el día que lo conoció en su casa en Las Dunas, Salamanca: “Apenas le estreché la mano, las piernas me temblaron”, recuerda con los ojos humedecidos. Del Bosque no solo le abrió las puertas del fútbol, sino que lo orientó como un verdadero padre.

Aunque no logró consolidarse como estrella en el Real Madrid, Ito dejó huella en una generación de aficionados, especialmente en Salamanca, donde su nombre aún es sinónimo de talento, humildad y nostalgia. Un jugador que vivió el sueño de muchos niños, compartió vestuario con ídolos, marcó goles en el Bernabéu, saludó al Rey de España tras una final y, sobre todo, vivió con dignidad y pasión el privilegio de haber sido futbolista profesional.

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