Venganza contra nazis SS que quemaron vivas 149 personas en Bielorrusia, incluido 75 niños y mujeres

22 de junio de 1941. Bajo el nombre en clave de Operación Barbarroja, la Alemania nazi invade la Unión Soviética, su aliada en la guerra contra Polonia. Entre los primeros territorios ocupados por Alemania se encuentra Bielorrusia, oficialmente llamada República Socialista Soviética de Bielorrusia, que antes de la invasión nazi había estado bajo control ruso durante casi 150 años.
Apenas una semana después de la invasión, los alemanes capturan la capital, Minsk, e inmediatamente implementan sus políticas genocidas. Entre los primeros en ser atacados se encuentran los judíos, que están confinados en guetos, donde enfrentan un hacinamiento extremo, una grave escasez de alimentos y hambrunas.
Junto con los judíos, Hitler también pretende exterminar a los eslavos, el grupo étnico dominante en la región, a quien los alemanes consideran racialmente inferiores. Como resultado de las políticas nazis, la población local está sujeta a asesinatos en masa, tiroteos, hambrunas y deportaciones forzadas. Estas medidas brutales apuntan no sólo a diezmar a la población local sino también a despejar el camino para la colonización alemana, alineándose con la visión de Hitler de Lebensraum, o "espacio vital", en el Este.
Una de las peores atrocidades cometidas por los nazis en territorio bielorruso es la masacre de Khatyn durante la cual en un día los alemanes y sus colaboradores quemaron vivas a 149 personas, entre ellas mujeres y 75 niños. Sin embargo, esta atrocidad no quedará impune y sus perpetradores pagarán por este crimen con sus vidas.
Después de que Adolf Hitler fuera nombrado Canciller de Alemania el 30 de enero de 1933, de manera inmediata comenzó a preparar a Alemania para la guerra. Una de sus primeras acciones fue reconstruir y ampliar el ejército alemán, que había sido significativamente restringido por el Tratado de Versalles. Para 1935, desafió abiertamente el Tratado al reintroducir el servicio militar obligatorio y aumentar el tamaño del ejército. Además, Hitler estableció la Luftwaffe, la fuerza aérea de Alemania, y amplió la marina, impulsando significativamente las capacidades militares del país teutón.
Hitler también se centró en alianzas extranjeras estratégicas para fortalecer la posición de Alemania. Forjó el Eje Roma-Berlín con Italia en 1936, alineándose con el régimen fascista de Benito Mussolini. A esto le siguió el Pacto Antikomintern con Japón ese mismo año, destinado a contrarrestar la influencia de la Unión Soviética. Estas alianzas no sólo proporcionaron a Alemania socios estratégicos sino que también señalaron al mundo sus agresivas intenciones militares.



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