A sus 80 años, Rosendo Cantu Rompe su silencio dejando al mundo CONMOCIONADO

A sus 80 años, Rosendo Cantu Rompe su silencio dejando al mundo CONMOCIONADO
“Hoy no se guarda nada… Rosendo Cantú rompe el silencio y por primera vez hablará sin filtros. Confesará la verdad detrás de las polémicas que han marcado su carrera, las traiciones, los rumores y hasta los secretos que nadie se atrevía a tocar. Lo que está a punto de decir puede cambiar la manera en que muchos lo ven, y créeme… no todos quedarán contentos. ¿Qué fue mentira? ¿Qué fue verdad? Prepárate, porque en este video Rosendo Cantú lo contará TODO.” Mira, yo sé que muchos me llaman leyenda, y si no lo soy… pues la mayoría lo piensa. Fui durante décadas un ícono de la música norteña, mi voz grave, mis letras de desamor y mi sombrero me hicieron parte de la historia del regional mexicano. Pero también hubo secretos… cosas que nunca dije, que callé por más de 30 años. Dejé de cantar, de aparecer, de hablar… y ahí empezaron los rumores: que si estaba enfermo, que si tenía enemigos, que si me habían traicionado. La verdad es que hubo un pacto, una traición que me persiguió toda la vida. Hoy ya no tengo nada que perder… por eso voy a contarlo todo, aunque a muchos no les guste lo que van a escuchar.” “Mi primer contrato no tuvo abogados ni papeles… solo una frase que todavía me retumba en la cabeza: ‘Si te va bien, nos va bien a todos’. Y yo, ingenuo, lo creí. Así comenzó mi camino, el de un chamaco de barrio que transformaba cada herida en canción. Pero detrás de cada acorde había un precio que nadie me advirtió. A los 18 me jaló un grupo norteño llamado Los Vagabundos del Norte. Ahí conocí a Ramiro, ‘El Gordo’ Sánchez: mi socio, mi hermano… y con el tiempo, mi peor enemigo. Juntos tocábamos donde nos dejaran: ferias, cantinas, hasta camiones parados en la carretera. Yo escribía, él cerraba tratos, y entre los dos armábamos una tormenta. Pero también compartíamos vicios, mujeres, secretos que después serían mi cruz. En lo personal, mi vida era un desastre. Me casé joven con Leticia, una muchacha del barrio, y tuvimos a mi hija Maritza. Pero el escenario me ganó… las tentaciones me comieron. Cuando Maritza apenas tenía cuatro años, Leticia me dejó. Dicen que uno llora más por los hijos que por los amores, y es verdad… mi gran arrepentimiento no fue perder a su madre, fue perderme la infancia de mi niña. Los ochenta fueron mi bendición y mi maldición. El grupo cambió de nombre, Rosendo y su Legión, y sacamos Carta Número Tres. Esa rola me dio fama, me dio un público que me veía como su voz. Pero lo que nadie sabía era que Ramiro empezaba a jugar sus cartas solo: dinero que desaparecía, conciertos cancelados sin explicación… hasta una grabación perdida que casi revienta la banda. Yo callé, porque pensaba que no era tiempo de hablar. Y mientras todos veían al ídolo del sombrero y la voz rasposa, yo arrastraba traiciones, un matrimonio roto y una soledad que ni el aplauso llenaba. Lo que nadie sabía es que cada paso que daba me acercaba a una verdad que tarde o temprano iba a explotar. “El año que cambió mi vida fue 1991. Mi canción ‘Perdóname’ se convirtió en un himno de despecho… en cada cantina, en cada radio, en cada baile del norte. No empezaba la fiesta hasta que mi voz sonaba. Lo curioso es que esa canción la escribí una madrugada, en un motel de Sonora, entre humo de cigarro y soledad. Nunca imaginé que me iba a llevar de las ferias municipales a los escenarios más grandes del país. De ahí en adelante ya no éramos Rosendo y su Legión, ahora simplemente era Rosendo.