Finca San Juan, Castañeda Cantabria Chili

Comer con Chili es iniciar una aventura gastronómica de proporciones bíblicas. Chili oficia en Finca San Juan en Castañeda, unas instalaciones dedicadas por completo a la gastronomía sin igual en el norte de España. Disponen de unas instalaciones únicas, pista de polo, capilla, vivienda familiar, caballerizas, unos enormes y cuidados jardines, y por supuesto los comedores dedicados al restaurante y a los diferentes eventos que se celebran en este lugar.
La jornada se desarrolló en el comedor principal, lleno de comensales. Después de las presentaciones comenzamos con este desfile gastronómico caracterizado por productos de calidad superior y una elaboración especializada como pocas.
Nos obsequiaron con unos cucuruchos de centollo, una especie de changurro en cucurucho muy sabroso, acompañado de un cava rosado muy del agrado de los tres, tanto que decidimos continuar la comida con este vino.
Empezamos con lo que en esta casa entienden como entrantes. Gambas en gabardina, artesanas, con un punto perfecto. Gambas con patata a la soja, también gustosas como las primeras. Buñuelos de bacalao, crujientes y bien escurridos, una gran fritura cargada de sabor. Para terminar con una ensalada de bacalao con pimientos asados de la casa, grandes lascas de bacalao y una buena ensalada donde destacaba el pimiento asado; esta ensalada es tibia y es algo que me gusta mucho.
Comenzamos con el cuchareo, un apartado que fue in crescendo a lo lardo de la comida. Primero un arroz caldoso con pescado y marisco, un buen comienzo según departimos entre los tres comensales. Al medio, mientras terminábamos el arroz, una crema de garbanzo para compartir, deliciosa, suave, vaporosa, de gran sabor, como transformar un cocido lebaniego en una crema.
Seguimos de cucharero, cocido montañés de toma pan y moja, sin excesos de compango, de suave y excelente sabor, bien cargado de berza. Muy bueno, de los mejores que recuerdo. Antes de terminar con el cuchareo, y ya al borde de la implosión debido a las cantidades ingeridas, cambio de puchero. Potaje de vigilia: garbanzos, espinacas y bacalao; el caldo del guiso resultaba angelical, sabrosísimo, al final cayó un plato ya que el guiso no podía estar mejor.
Para terminar con esta pantagruélica comida un entrecote de rubia gallega al que solo puedo aplicarle el adjetivo de perfecto en maduración, elaboración, punto y calidad.
Tres postres donde cabe destacar la torrija y la tarta de queso.
Y por supuesto, para terminar un largo paseo por las instalaciones y una buena conversación con nuestro anfitrión.
A la comida estuvimos presentes Monty, Tatsu y yo
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