1982 Chirigota Los Cruzados Mágicos Popurrit
Автор: Frikydelascoplas
Загружено: 2014-04-27
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Chirigota: Los Cruzados Magicos.
Año: 1982.
Original: José Manuel Gómez (el Gómez) y Emilio Rosado Rodríguez.
LETRA:
Mucha atención, señores, que ahora vamos a contar
la más grande cruzada que se pueda imaginar,
no crean que exagero, pues no suelo exagerar,
que todo es verdadero, ya usted lo comprobará.
La historia empieza un día, un día de calor,
que el cruzado Don Romualdo ir a la playa pensó,
se cuelga la sombrilla, la mesa, el flotador,
la nevera, doce sillas, la tortilla, el transistor
y con mucho interés le dijo a su mujer:
"Ana, coge a los niños ya.
Ana, nos vamos a bañar.
Ana, deja aquí el tanga
que el michelín se te puede descolgar".
Hubo que esperar más de una hora al autobus
y cuando llegó con sus diez hijos se montó.
Nada más subir se le cambió el color,
le entró hasta sudor,
había más gente allí que en el Japón
y cuando pagó le dio un ataque al corazón.
Maldito autobus, que ya cuestas tú,
más que el recibo de la luz.
Llegó al Hotel Playibiri,
playibiribiri, playibiribiri.
Le daba ya el fresquibiri,
fresquibiribiri, fresquibiribiri,
y al ver tantas cachibiris,
culibiris, tetibiris,
como buen satiribiri
ya se sintió mejor.
Mejor, mejor, pero Ana, que lo vio,
le dio, le dio, un cosqui, por mirón.
Qué linda alfrombra de oro y azul,
qué dioses viven en tu mar,
que cada cresta de tus olas
trae un piropo en un cantar.
Podría ser la mejor del sur
si se pudiera disponer
de un cuarto metro de tu arena
sin groza, mierda y peste a pies.
Y se fue a pasear, Romualdo,
por la orillita del mar descalzo.
Le dio un pisotón a un casco de cristal,
y con el gollete se cortó el juanete.
Se pringó tó de alquitrán, Romualdo,
con las piedras se escoñaba andando.
Con una colilla se quemó el talón
y con un rastrillo se dobló el tobillo.
Ahh, Iván, Iván, Iván, Iván, Iván.
Se le ha perdido ahora su hijo Iván,
lo que faltaba ya.
No está bañándose, no lo ven sus hermanos,
ni la mare que lo parió.
Romualdo el pobre estaba histérico,
llamando al niño, medio afónico.
¡ojú, qué sofocón!
Fue tan fatídica la búsqueda
que se le rebeló la úlcera.
¡Qué mal rato pasó!
La niña del altavoz, la una,
qué guasa tiene en la voz, las dos,
Con el viento y la torrot,
las pelotas y el reloj,
vaya coñazo le dió:
"En nuestro locutorio tenemos un pequeño.
Dice llamarse Iván
y lleva un bañador del piojito la jartá de encogío.
Rogamos a sus familiares pasen a recogerlo"
Ya más calmao va nuestro amigo a un chiringuito,
a refrescarse con Valdepeñas y un pescaito.
El camarero le puso un vaso en technicolor,
lleno de pringue, de no arrimarle nunca el jabón .
Un cocacola con papas fritas se tomó el niño,
él solamente su pelotazo de vino tinto.
El de la barra le vio carita de guachisnay
y el julandrón le clavó trescientas cuarenta y sais.
Siguió rulando, buscando un precio más enrrollao,
y terminó casi sin un duro y medio tajao.
Y tropezando, se fue cantando desafinao.
Y aunque nadie le hizo caso
siguió sus pasos, con su canción:
"Los bares te dan sorpresas,
sorpresas te dan los bares.
El chiringuito que está en la esquina
pone una tortilla con gusto a sardina.
Los bares te dan sorpresas,
sorpresas te dan los bares".
Dicen que los picapica no se dejan ver,
y que no tienen cabezas, ni manos, ni pies.
Pero Romualdo al bañarse,
sin verlo acercarse sintió uno en los huevos,
y otro por la retaguardia
le puso la espalda como un Nazareno.
Dicen que los picapica no se dejan ver.
Paliun, paliun, paliun, paliun.
Muere.
Paliun, paliun, paliun, paliun.
Muere.
Ay, qué cosita más mala Romualdo sintió.
Oh, qué será, qué será,
que el agua de esta playa nunca está fría,
que tiene ese pestazo a cañería,
que siempre voy nadando entre porquería,
que tengo que enjuagarme hasta con lejía,
y me doy refregones con estropajo,
porque me salen hongos hasta en el plumero ,
y tengo ya más manchas, se lo aseguro,
que un papel de churros .
Qué será, qué será,
que en la arena tampoco se puede parar
porque se ponen con las paletas a jugar
y te saltan un ojo.
Ohh qué será, qué será.
A partir de mañana no vuelve a pisar
Don Romualdo la playa.
A partir de mañana seguro que ya
no le quedan más ganas.
A partir de mañana no podrá olvidar
tan terrible cruzada.
A partir de mañana no se bañará
ni en una palangana.
Lo mismo que si fuera un náufrago
se fue de la playa arratrándose,
con un cabreo de órdago
y de sus castas acordándose.
Termina así nuestro héroe
su jornada cruel y ridícula,
todo lo que ha ido ocurriéndole
no se ve ni en las películas.
Y ya los Cruzados Mágicos
le ponen fin al capítulo,
recogen todos sus bártulos
y se despiden del público.
Qué me gustaría no ir mañana a trabajar
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