LA ZARZA (LA ZARZA-PERRUNAL) - HUELVA

En el corazón de la provincia de Huelva, en la zona minera de la comarca del Andévalo, ya acariciando las primeras estribaciones serranas, se encuentra el joven municipio de La Zarza-Perrunal. Y decimos joven porque en Decreto 185/2018, de 2 de octubre, de la Junta de Andalucía, se aprueba la creación del municipio de La Zarza-Perrunal por segregación del término municipal de Calañas.

Este municipio onubense comprende las localidades de La Zarza y Perrunal. Las próximas imágenes se las vamos a dedicar al núcleo de La Zarza; a buen seguro que no nos olvidaremos de Perrunal.

La Zarza, que hasta 1991 se llamaba Silos de Calañas, ya era minera antes de nacer. Es indudable que las minas zarceñas fueron explotadas por tartesos y romanos, los cuales abrieron numerosos pocillos y largos socavones. Pero no sería hasta mediados del siglo XIX cuando la mina de La Zarza comenzó a explotarse de manera sistemática con la llegada de empresas francesas y británicas.
Y desde la mina que se encuentra junto al núcleo de población vamos a comenzar las imágenes.

Estamos en la gran Corta Los Silos, también conocida como Corta San Pablo, explotación a cielo abierto que comenzó su apertura, por la Tharsis Sulphur and Copper Company Limited (T.O.S.), con sede en Glasgow, en 1886. Observamos la corta, que deja al desnudo las entrañas de la tierra, abiertas en canal para ofrecer su riqueza. Esta mina fue cerrada en 1991, aunque el bombeo de aguas se mantuvo hasta 1995, fecha en la que al paralizarse éste, la corta comenzó a inundarse de aguas ácidas, hasta nuestros días.

Desde esta profunda excavación vamos a ir subiendo por un alto lateral, por el Cabezo de los Silos, para alcanzar su cima y observar su precioso entorno cargado de vegetación. Los comentados pocillos de explotación romana abundaban en el Cabezo de los silos, cerro así llamado porque en la zona se denomina silo a cualquier pozo, cueva o lugar subterráneo.

Continuamos paseando por la corta, que hacia finales de los años veinte del siglo pasado alcanzó los 850 m de longitud y 250 m de profundidad. Ya vamos divisando el caserío de La Zarza, perfectamente ubicado en un dibujado valle.

En torno a la Corta Los Silos se localizan los dos pozos de extracción y las instalaciones necesarias para la transformación del mineral, almacenaje y transporte. La Zarza cuenta aún con el malacate Nº4 y el pozo Algaida, uno de estructura de hierro y otro mixto (metálico y hormigón). Las instalaciones de triturado se encuentran situadas junto a los dos pozos; aún se conservan los dos silos de almacenamiento del mineral. También se conservan las instalaciones para la recuperación de la cáscara de cobre, como plantas de decantación, canaleos, etc., y un sinfín de instalaciones como subestación eléctrica, casas de máquinas, chimenea, talleres, almacenes de polvorín, embalse, estaciones de bombeo, etc.

En un perfecto plano contemplamos las estructuras mineras, el pueblo, y en medio, la corta. Abandonamos las estructuras y la corta y vamos a conocer un poco más el núcleo urbano de La Zarza.

La actividad minera necesitó de la construcción de un poblado para albergar a los obreros y sus familias. El poblado de La Zarza, que actualmente cuenta con 1.267 zarceños, fue construido por la T.O.S. en 1886 de forma rápida. Las barriadas se levantaban conforme a las necesidades de mano de obra, sin solución de continuidad entre sí. Sigue el patrón urbano común con los demás pueblos mineros: falta de planeamiento global, adaptación al territorio, crecimiento disperso y completa dotación de equipamientos. Así, La Zarza está dotada de teatro, casino minero, iglesia, mercado de abastos, oficinas centrales o casa dirección, escuela, oficina de pagos y campo de fútbol.

Tras observar la gran mezcolanza y colorido de sus viviendas, nos vamos a dar un paseo por sus exteriores hasta alcanzar fugazmente el embalse de Puerto León, alimentado por el arroyo Naranjo, que fue construido por la T.O.S. en 1893 para abastecer de agua a la mina. En el trayecto observamos un precioso paisaje cargado de pinos y un cielo azul de fantasía. Regresamos al pueblo para acabar estas imágenes en la Fuente de La Pipa, un manantial de agua potable manipulado a través de un grifo.