Dolorosa ejecución de Wilhelm Keitel - Mariscal de Campo NAZI y Criminal de Guerra - WW2

Wilhelm Keitel nació el 22 de septiembre de 1882 en el pueblo de Helmscherode, por aquel entonces parte del Imperio Alemán. En la Alemania nazi, todo el poder estaba centralizado en la persona de Adolf Hitler. Por lo tanto, su palabra se convertía en la ley suprema. Wilhelm Keitel se convirtió en el leal "hombre del sí" de Hitler. Estaba dispuesto a hacer todo lo que el Führer le exigiera. Incluso, llegó a ser conocido por sus compañeros como el “cegadoramente fiel adulador de Hitler”.
En 1935, Wilhelm Keitel fue nombrado jefe de la Oficina de las Fuerzas Armadas del Ministerio de Guerra del Reich, el cual se encargaba de supervisar el ejército, la marina y la fuerza aérea. El Ministerio de Guerra fue sustituido, en 1938, por el Alto Mando de las Fuerzas Armadas alemanas. Este hecho permitió a Adolf Hitler consolidar su poder como comandante en jefe del ejército alemán.

El Alto Mando estaba dirigido por Wilhelm Keitel, nombrado Jefe con rango de Ministro del Reich. Esto le convertía, esencialmente, en la segunda persona más poderosa en la jerarquía de las Fuerzas Armadas después de Hitler. Este nombramiento fue una sorpresa, no sólo para el Estado Mayor, sino también para el propio Wilhelm Keitel, ya que todo el mundo sabía que no era la persona adecuada para el puesto. Sus compañeros no le respetaban, sólo le consideraban un adulador y "un estúpido seguidor de Hitler". Asimismo, era frecuentemente ignorado por sus compañeros, quienes se dirigían directamente al Führer.
Adolf Hitler no valoraba a Keitel por sus capacidades, sino porque era, como dijo en una ocasión, "tan leal como un perro". El Führer conocía el limitado intelecto de Keitel y su carácter nervioso, pero apreciaba su diligencia y obediencia.

Wilhelm Keitel también estaba de acuerdo con los planes de Adolf Hitler de redibujar las fronteras internacionales, las cuales los nazis consideraban injustas e ilegítimas. A principios de 1938, debido a la creciente presión para unificar el país, el canciller austríaco Kurt Schuschnigg convocó un referéndum para decidir si Austria mantenía su soberanía o si, por el contrario, se unía al país teutón. Tras ello, Hitler amenazó con una invasión y, tras ordenar a Wilhelm Keitel que realizara maniobras militares cerca de la frontera austriaca para hacer creer que la invasión era inminente, el canciller austriaco Schuschnigg dimitió de su cargo el 11 de marzo. Tan solo un día después, el 12 de marzo, las tropas alemanas cruzaron la frontera austriaca y los nazis anexionaron el país. Como resultado, miles de personas acudieron a saludar a Adolf Hitler. Esta anexión se conoció como Anschluss y supuso el primer acto de agresión y expansión territorial del régimen nazi alemán. Por su participación, Wilhelm Keitel recibió la Medalla Anschluss.

La Segunda Guerra Mundial comenzó el 1 de septiembre de 1939, cuando Alemania invadió Polonia. Como partícipe en la planificación de la invasión, Keitel era plenamente consciente de la naturaleza criminal de esta acción, pues él mismo contribuyó a la organización de las detenciones masivas, los traslados de población y los asesinatos en masa. De esta manera, se pretendía llevar a cabo una limpieza étnica sistemática contra el pueblo polaco. Así pues, El 7 de septiembre de 1939, Reinhard Heydrich declaró que todos los nobles, clérigos y judíos polacos debían ser asesinados. El 12 de septiembre, Wilhelm Keitel añadió a esta lista a los intelectuales polacos. Como resultado de esta operación, en los tres primeros meses de guerra, desde el otoño de 1939 hasta la primavera de 1940, unos 60.000 ex funcionarios del gobierno, oficiales militares en reserva, terratenientes, clérigos y miembros de la intelligentsia polaca como científicos, profesores, abogados y médicos, fueron ejecutados como parte de la conocida acción Intelligentsia

Cuando los oficiales comenzaron a quejarse por las atrocidades que se estaban cometiendo en Polonia y en otros países ocupados por la Alemania nazi, Keitel instó a los comandantes a que continuaran con el plan hasta que se insensibilizaran ante los horribles acontecimientos que estaban presenciando.

Tras ello, su cadáver fue incinerado y esparcido en el río Isar.
No se derramaron lágrimas por Wilhelm Keitel.

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