Así Era la Vida REAL de los CIVILES en la UNION SOVIÉTICA
Автор: Der Legionär Español
Загружено: 2025-11-24
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Aviso: Este contenido expone hechos con fines educativos y de divulgación histórica, sin promover ni respaldar ninguna ideología.
A comienzos de 1917, el Imperio ruso se desintegró bajo el peso del hambre, el colapso logístico y el desgaste bélico. La abdicación de Nicolás II abrió un periodo de incertidumbre en el que la población urbana y rural enfrentó escasez persistente mientras dos centros de poder competían por el control del Estado. La llegada de Lenin en abril radicalizó el escenario y, tras la toma del poder en octubre, el país emprendió una transformación marcada por la retirada de la guerra, la nacionalización y el comunismo de guerra, cuyas requisas y rigidez administrativa agravaron la crisis. Entre 1918 y 1921, la guerra civil convirtió vastas regiones en zonas devastadas, con migraciones internas masivas, epidemias y una economía colapsada.
La instauración de la NEP alivió temporalmente la situación, aunque reabrió desigualdades y tensiones políticas que se intensificaron tras la muerte de Lenin en 1924. A finales de la década, Stalin impulsó la colectivización y la industrialización forzada, procesos que provocaron deportaciones, dislocaciones sociales y la hambruna de 1932–1933, especialmente severa en Ucrania, el Cáucaso Norte y el Volga. Paralelamente, el Estado consolidó mecanismos de vigilancia y purga que reconfiguraron la vida urbana y rural bajo el principio de obediencia absoluta.
En 1941, la invasión alemana desencadenó uno de los episodios más destructivos del siglo XX. La población civil afrontó evacuaciones masivas, asedios prolongados como el de Leningrado, y políticas de ocupación caracterizadas por trabajo forzado, deportaciones y medidas genocidas, incluida la Shoá en territorios ocupados. Tras la victoria de 1945, la reconstrucción coexistió con nuevas deportaciones, escasez crónica y controles ideológicos reforzados.
Tras la muerte de Stalin en 1953, el liderazgo posterior intentó equilibrar reformas y estabilidad, mientras la sociedad experimentaba ciclos de apertura y estancamiento. La urbanización acelerada, la burocratización del sistema y la erosión económica marcaron las décadas siguientes hasta que, con la Perestroika y la Glasnost, emergieron tensiones que culminaron en la disolución de la Unión Soviética en 1991, cerrando un ciclo de transformaciones profundas que habían condicionado la vida cotidiana durante más de siete décadas.
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