El sellado del ombligo salva vidas… en granjas sin tecnificación

La práctica del sellado del ombligo con antiséptico al nacer los cuyes es una recomendación válida para todo tipo de producción, tanto industrial como familiar. Sin embargo, la aplicación práctica y la necesidad prioritaria cambian dependiendo del nivel de tecnificación del sistema productivo.
En una producción industrializada, donde existen protocolos sanitarios rigurosos, desinfección constante de instalaciones, jaulas tratadas, personal capacitado y un entorno altamente controlado, el riesgo de infección a través del ombligo disminuye significativamente. Por eso, aunque no es una práctica descartable, puede ser menos crítica, ya que el riesgo de exposición a patógenos se maneja a través de un sistema integral de bioseguridad.
En cambio, en la producción familiar o de pequeños productores, donde muchas veces no existen planes sanitarios estructurados, ni se cuenta con materiales desinfectados o protocolos rigurosos, el ombligo representa una vía altamente vulnerable para el ingreso de bacterias que pueden comprometer la salud del gazapo. Aquí es donde el sellado se vuelve una herramienta económica, sencilla y fundamental, porque actúa como una barrera inmediata frente a un entorno posiblemente contaminado.
Sobre los costos y el personal: el sellado no requiere inversión significativa. Un frasco de antiséptico como el yodo, clorhexidina o incluso productos veterinarios como Ganaset puede rendir para muchos nacimientos. Y el procedimiento lo puede hacer el mismo cuidador en segundos.
En cuanto a estadísticas, existen estudios en especies mayores (como cerdos y terneros) que demuestran una reducción significativa de infecciones umbilicales y enfermedades sistémicas gracias al sellado del ombligo. Aunque en cuyes no hay tantos estudios formales publicados, la experiencia empírica de muchos criadores ha demostrado que reducen infecciones, mortalidad y retraso en el crecimiento.