✨ ORACIÓN DE PROTECCIÓN DIVINA PARA QUE NADA MALO PUEDA DAÑARTE 🌿 ORACIÓNES CRISTIANAS 🕊️

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   / @orandocondios-viva  

Muchas veces, la vida nos llena de preocupaciones, de pensamientos que no nos dejan descansar, de miedos que intentan robarnos la paz y la fe.
Pero cuando venimos ante la presencia del Señor con el corazón sincero, Él nos cubre con Su luz, nos fortalece, y nos recuerda que no estamos solos.
Esta es una oración milagrosa de protección, una plegaria poderosa para pedirle a Dios que te cuide, que te defienda de todo mal visible e invisible, y que cubra tu hogar con Su amor infinito.
Así que dondequiera que estés, te invito a cerrar los ojos un instante, a dejar a un lado tus preocupaciones y pensamientos, y permitir que la voz de Dios hable a tu corazón.
Siente cómo su presencia te rodea, cómo Su paz desciende sobre ti como un suave manto de luz, llenando tu mente, tu cuerpo y tu espíritu de calma.

No importa si hoy te sientes cansado, confundido o con temor.
Dios te dice: “No temas, porque Yo estoy contigo.
No te angusties, porque Yo soy tu Dios.
Te fortaleceré, te ayudaré y te sostendré con mi mano victoriosa.”

Permite que esta oración sea un escudo espiritual para ti, una guía en los momentos de incertidumbre, y una promesa de que el poder de Dios es más grande que cualquier peligro o mal que intente acercarse a ti o a tu familia.
Prepárate para orar con fe, con el alma abierta, y con la certeza de que Dios escucha cada palabra que nace desde el corazón.

Amado Dios, en este momento me acerco a Ti con el corazón abierto y lleno de fe.
Te doy gracias por el regalo de la vida, por este nuevo día que me permites vivir, y por todas las veces que me has protegido sin que yo siquiera lo note.
Gracias por ser mi refugio cuando el miedo me invade, por ser mi fortaleza cuando las pruebas parecen demasiado grandes, y por ser la luz que disipa toda sombra a mi alrededor.
Señor, hoy te pido que me cubras con tu manto sagrado de protección.
Rodea mi vida con tu presencia y no permitas que ningún mal, ninguna energía negativa ni pensamiento oscuro se acerquen a mí.
Limpia mi mente de las preocupaciones, de las dudas y del temor.
Permíteme descansar en la seguridad de tu amor, porque sé que cuando Tú estás conmigo, nada puede dañarme.

Padre celestial, protege mi hogar.
Que cada rincón de mi casa esté lleno de tu paz y de tu luz.
Que tus ángeles custodios se queden junto a mis puertas y ventanas, y que toda sombra de maldad se aleje ante tu presencia divina.
Te pido, Señor, que extiendas tu mano sobre mi familia.
Cuida sus pasos, su salud, sus pensamientos y sus decisiones.
No permitas que el enemigo toque sus vidas ni que la envidia, el egoísmo o el rencor tengan lugar entre nosotros.
Haz que reine la unión, la comprensión y el amor, porque donde está Tu amor, no hay espacio para el miedo.
Dios mío, protege también mi camino diario.
Acompáñame en cada paso que doy, en el trabajo, en el camino, en mis pensamientos y en mis palabras.
Guíame para actuar con sabiduría y serenidad, para que todo lo que haga sea reflejo de tu bondad.
Si alguien desea hacerme daño, que sus malas intenciones se disipen antes de llegar a mí, y que en lugar de resentimiento, mi corazón se llene de perdón y compasión.
Porque sé que el amor vence al mal, y que sólo a través del amor puedo estar verdaderamente a salvo.
Señor, cuando la vida se vuelva difícil, cuando me sienta débil o confundido, recuérdame que Tú eres mi roca firme, mi escudo y mi salvación.
Hazme sentir Tu presencia, incluso cuando no entienda tus planes.
Si el peligro se acerca, que sea Tu voz la que me alerte.
Si la tristeza quiere apoderarse de mí, que sea Tu paz la que me abrace.
Y si alguna noche me cuesta dormir, que sea Tu ángel quien vele mi descanso y renueve mis fuerzas.

Te entrego mis miedos, mis batallas, mis pensamientos y mis anhelos.
Te entrego mis errores, mis culpas y mis caídas, porque sé que en tus manos todo se transforma.
Purifica mi espíritu, Señor, y hazme digno de tu protección.
En este momento declaro que mi vida te pertenece, y que bajo tu amparo nada ni nadie podrá dañarme.
Cubro mi mente, mi cuerpo, mi alma y mi hogar con la sangre de Cristo, y confío plenamente en que Tu poder me guarda y me libra de todo mal.
Gracias, Señor, por escucharme.

Y mañana, cuando despierte, lo haré con un espíritu renovado, listo para seguir caminando bajo Tu protección.
Amén.

Gracias por haber orado conmigo en este momento tan especial.
Deseo de todo corazón que esta oración haya traído consuelo, fuerza y esperanza a tu vida.

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