La Reina de Corazones | Historia de Luisa de Prusia

La Reina de Corazones - Conocida en vida como la Reina de Corazones, Luisa de Prusia no tenía poder político ni militar oficial. Sin embargo, ejercía influencia sobre los hombres que sí la tenían principalmente su marido, el rey Federico Guillermo III y tenía la estatura y el estilo necesarios para convertirse en una figura simbólica.

La Reina de Corazones (2013)
Director: Michael Löseke, Christian Twente
Guionistas: Stefan Brauburger, Cristina Trebbi, Uwe Kersken
Protagonistas: Luise Heyer, Georg Veitl, Christoph Gawenda
Género: Documental, Biografía, Drama
País: Alemania
Idioma: Español
Fecha de estreno: 23 de noviembre de 2013 (Alemania)

Sinopsis:
Algunos países alcanzan características cruciales bajo el gobierno femenino, como la Inglaterra de la reina Isabel I y la Rusia de Catalina la Grande. Y también hay mujeres que no gobiernan y, sin embargo, consiguen dejar huella en su tierra, en su época. Una de ellas, conocida en vida como la Reina de Corazones, fue Luisa de Prusia. Aunque no tenía poder político ni militar oficial, ejercía influencia sobre los hombres que sí lo tenían principalmente su marido, el rey Federico Guillermo III y tenía la estatura y el estilo necesarios para convertirse en una figura simbólica.

¿Cómo pudo esta dulce princesa de Mecklemburgo convertirse en la Madonna prusiana? ¿Por qué eclipsó a Federico Guillermo III en casi todos los aspectos? ¿Y qué la convirtió en un icono para las generaciones futuras?

Luisa era una niña feliz por naturaleza, y la clave de su popularidad radicó en que, como Reina, conservó ese talante desenvuelto y relajado. Cuando se casó con Federico Guillermo, el heredero al trono prusiano, en 1793, fue un matrimonio basado en el amor y no en la política, lo que resultaba inusual para la época. Prusia había estado dominada por los hombres, y ella fue capaz de dar a la monarquía Hohenzollern una nota femenina. Su objetivo era ganarse el amor de sus súbditos sin coacciones, aunque no creía en las ideas de igualdad que surgían de la Francia revolucionaria. Estaba obligada a comportarse con el decoro adecuado en público -escribió en una ocasión que nunca le estaba permitido "permitir que se detectara ningún cambio de humor" en ese ambiente-, pero aportó un soplo de aire fresco a los palacios de Berlín y Potsdam.

Entre bastidores, animó a su marido a adoptar reformas, y su gracia y belleza impresionaron a todo el mundo, incluido el pueblo llano. También fue una madre abnegada: se quedó embarazada diez veces y dos de sus siete hijos se convirtieron en monarcas prusianos. La imagen de Luisa como buena madre sirvió de modelo a las mujeres de toda la sociedad prusiana. Y podía hacer gala de una voluntad de acero. Mientras su marido era partidario de la neutralidad militar ante el avance napoleónico, ella abogaba por una demostración de fuerza. De hecho, Luisa subestimó la fuerza del ejército prusiano, que sufrió derrotas devastadoras. Pero volvió a demostrar su fuerza cuando se entrevistó personalmente con Napoleón para pedirle unas condiciones más suaves para la rendición prusiana. Y aunque Napoleón se negó a hacer concesiones concretas, quedó profundamente impresionado por su belleza.

Quizá el hecho de que muriera con sólo 34 años, en una etapa en la que Prusia había sufrido una humillación, la ayudó a alcanzar el estatus de mártir. Se decía que el destino de la Patria le había roto el corazón, y junto a poetas y dramaturgos, escritores nacionalistas partidarios de la unidad alemana y del renacimiento prusiano llegaron a idolatrarla. Uno de sus hijos, Guillermo I, se convirtió en 1871 en el primer káiser de la Alemania unida, lo que garantizó a Luisa una posición dominante en la mitología alemana.
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