Oposición anhela los 3 escenarios que regresarían a AMLO a la vida pública

La oposición anhela que en México ocurra al menos uno de los tres escenarios que el presidente Andrés Manuel López Obrador enlistó como posibles causas para su regreso a la vida pública. Y por eso su reaparición les molestó tanto.

En su mensaje videograbado para lanzar su libro “Grandeza”, AMLO indicó que no hará gira para presentar la obra que le tomó un año escribir, y de paso advirtió no sólo a la derecha mexicana, sino sobre todo a la derecha internacional, cuáles serían los motivos por los que regresaría a la lucha en la calle: 1) para defender la democracia; 2) para defender a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo de algún intento de golpe de Estado; y 3) para defender la soberanía de México, en caso de que algún otro país violara ese principio del derecho internacional.

Esos tres escenarios que menciona el presidente son precisamente los que la oposición ha estado impulsando contra el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum. En estos no sólo trabaja un nutrido sector oligárquico y los partidos de derecha: PAN, PRI y Movimiento Ciudadano, sino también estructuras afines que han suplantado el concepto de sociedad civil, y que se organizan a través de ONG y AC.

En el primer escenario enunciado por López Obrador, el empresario y accionista de Kimberly Clark, Claudio X González Guajardo, es pieza clave. Desde hace algunos meses se reactivó y lanzó la campaña denominada “salvemos la democracia”, que en realidad busca exactamente lo contrario: arrebatar al pueblo su poder de elección libre, soberana e independiente, para que sea otra vez un puñado de oligarcas los que impongan al gobierno.

Detrás de ésta, también se encuentran los expresidentes del INE-IFE: Lorenzo Córdova, Luis Carlos Ugalde, José Woldenberg, y Leonardo Valdez Zurita. Todos ellos, involucrados no sólo con la oligarquía más rancia, sino sobre todo con las expresiones que más amenazan la democracia, a quienes no les gustan las decisiones del pueblo, y que en la práctica han permitido, tolerado o impulsado fraudes electorales como los de 2000, con el pacto de Ernesto Zedillo con Estados Unidos para transferir el poder al PAN o con la falta de sanciones al uso de recursos indebidos en casos como el Pemexgate y los Amigos de Fox; el robo de las elecciones de 2006 para imponer a Calderón en la Presidencia; la compra masiva de votos en 2012, con fenómenos como el de las tarjetas Monex y Soriana.

Lo que busca su movimiento no es preservar la democracia, sino mantener las instituciones electorales bajo su control para poder hacer fraudes en un futuro y, con ello, regresar al poder.

No es gratuito que detrás de esta campaña de Claudio X para “salvar” –según él, la democracia, se encuentren cuatro expresidentes de la autoridad electoral con una trayectoria manchada por los fraudes que permitieron o potenciaron.

El segundo escenario por el que AMLO regresaría a la lucha política es el del golpe de Estado contra la presidenta Claudia Sheinbaum. Aquí es muy importante advertir que estos adversarios han estado jugando muy sucio, impulsando escenarios convulsos no sólo con la marcha de la supuesta generación Z, sino también con protestas como la de transportistas y productores que han tratado de desquiciar al país con el cierre de carreteras.

Esto, como lo hemos analizado en videocolumnas pasadas, sería parte de las fases del llamado golpe de Estado suave o blando, en el cual se llevan a cabo acciones para generar y promocionar un clima de malestar, como “denuncias de corrupción” y “promoción de intrigas”, así como la difusión masiva de informaciones falsas. También, se desarrollan intensas campañas en supuesta defensa de la libertad de prensa y de los derechos humanos, acompañadas de acusaciones de totalitarismo contra el gobierno en el poder; la tercera fase se centra en la lucha activa por reivindicaciones políticas y sociales y en la promoción de manifestaciones y protestas violentas, que amenacen a las instituciones; en la fase 4 se llevan a cabo operaciones de guerra psicológica y desestabilización del gobierno, creando un clima de “ingobernabilidad”; y en la quinta fase, considerada la fase final, se busca forzar la renuncia del presidente mediante revueltas callejeras para controlar las instituciones, mientras se mantiene la presión en las calles; paralelamente se va preparando el terreno para una intervención militar, mientras se desarrolla una guerra civil prolongada y se logra el aislamiento internacional del país. Y en esta generalmente se cuenta con la ayuda del poder judicial capturado por intereses facciosos.