ALOSNO - HUELVA

Cuna del fandango, tierra de aguardiente, de tradiciones, de rica gastronomía, de buena gente…y mucho arte. Eso es Alosno, típico pueblo de la Huelva interior, que basa su economía, de nuevo, en las actividades agropecuarias tras un siglo de dominio minero.

Comenzamos por el fandango, que tuvo en Alosno cuna indiscutible. Aquí hay un toque de guitarra peculiar, distinto a otros. Unas entonaciones que nada tienen que ver con las de otros pueblos. Alosno ha dado varios intérpretes de este palo flamenco y cada uno le ha aportado su estilo, pero sobresale Paco Toronjo, el más grande, que en el pueblo se lleva por bandera, el cual escuchamos mientras observamos el núcleo urbano de este municipio ubicado en el corazón del Andévalo onubense, situado a 43 kilómetros de Huelva capital.

Rodeado de un verde paisaje con suaves colinas reluce la blancura de Alosno mientras la espesa niebla matutina se va difuminando por el horizonte.

El empedrado dédalo de calles y callejones se retuercen entre sí para conformar el intrincado caserío andevaleño de Alosno. Y en este caserío destaca la alargada plaza de la Constitución, con el coqueto y remozado edificio del Ayuntamiento en uno de sus vértices y el monumento al cascabelero en el otro, con el Paseo de Arriba y el Paseo de Abajo escoltando dicha plaza. La calle Real es, quizás, la más emblemática y representativa del municipio, con todas sus esquinas reforzadas con unos perfiles metálicos de acero. Muchas de sus calles tienen versos de canciones o poemas dedicados al fandango.

El casco urbano de Alosno es rico en edificios de estilo regionalista, tan en boga en el siglo XIX. La casa señorial situada en la calle Nueva es un magnífico ejemplo de arquitectura regionalista del siglo XX. Muy típico en la vivienda es la colá, zona anexa a la casa. En ella se monta una cruz de mayo y se cantan los tradicionales fandangos y las sevillanas típicas de aquí, las seguidillas bíblicas. La iglesia de Nuestra Señora de Gracia y el Convento de la Congregación de Santa Ana son edificios destacados.

Según la toponomástica, los lugares llamados Alosno deben su nombre a la abundancia de ajenjo, que es una planta herbácea medicinal del género Artemisia. Ajenjo, en latín medieval ALOXINUS, que al perder la I nos queda ALOXNUS.

Este Aloxnus, Alosno, que apreciamos en las imágenes, fundó su emplazamiento actual en el año 1444, por traslado forzoso desde el lugar llamado El Portichuelo, distante a unos cinco kilómetros. Las aguas ácidas de las minas eran perjudiciales para la población, el ganado y la agricultura. El movimiento de población se hizo de manera pausada. Quien llegaba, sobre todo de pueblos leoneses y del norte, iba dejando su impronta cultural, incluso llegó al Alosno una colonia de judíos conversos que adoptaba nombres de árboles. De ahí la abundancia de apellidos como Limón, Naranjo, Castaño o Carrasco (un tipo de pino).

Alosno, crisol de culturas, conserva gran cantidad de costumbres. Así, los hebraicos eran muy músicos, de ahí esa impronta alosnera de tener canciones para todo. Música, poemas, cantos y romances forman parte de la identidad del pueblo.

En las fiestas de San Juan Bautista, la seña de identidad más fuerte en Alosno, los hombres danzan con sus cascabeles en los tobillos, cumpliendo así una tradición que viene del paganismo. Las mujeres visten con el traje de jueves de comadre, otro símbolo etnológico propio de Alosno.

El pino es un antiguo y tradicional baile popular que se baila en estas fiestas. Un canto a la Naturaleza con motivo del solsticio de verano. Las Cruces, incluidas en el Catálogo de Patrimonio Histórico Andaluz, Danza de la Espadas, fiesta de las luminarias de San Antonio Abad, las Jachas, etc. son tradiciones de este bello, blanco y sereno pueblo.

Las tradiciones y fiestas siempre van unidas a la gastronomía del lugar. Así, en Alosno podemos degustar los derivados del cerdo ibérico y chacinas, gurumelos, potajes, una rica repostería andevaleña…, y el aguaillo, bebida de Alosno compuesta de una mezcla de aguardiente, agua y azúcar.