Los japoneses no pudieron detener al artillero—hasta que mató a 27 soldados.
Автор: Crónicas Silenciadas
Загружено: 2025-12-21
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El aire denso de octubre pesaba sobre los hombros del Sargento Thomas Callahan como una manta empapada de humedad tropical. A doscientos metros colina abajo, ciento ochenta soldados japoneses emergían de entre la maleza con bayonetas fijas, sus gritos de batalla cortando el silencio de la selva filipina. Callahan tenía una ametralladora calibre treinta, cuatro cajas de munición, y una decisión que tomar en los próximos tres segundos. Correr significaba abandonar la posición. Quedarse significaba enfrentar solo a casi doscientos hombres entrenados para morir por su emperador. Sus dedos encontraron el gatillo. El metal estaba caliente bajo el sol de las Filipinas. Respiró una vez. Y abrió fuego.
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