Locura en Tuk Tuk: Primer día en Sri Lanka

Aventura en Tuk-Tuk por Sri Lanka: De Negombo a Anuradhapura
Nuestro viaje por Sri Lanka comenzó con emoción y un poco de nervios. Alquilamos un tuk-tuk en Negombo, una bulliciosa ciudad costera cerca de Colombo, y nos preparamos para nuestra primera jornada en la carretera. Con nuestras mochilas bien sujetas y un mapa en mano, arrancamos el motor de nuestro pequeño vehículo de tres ruedas y nos lanzamos a la aventura.

Salir de Negombo fue toda una experiencia. El tráfico caótico, con motocicletas, autobuses y otros tuk-tuks zigzagueando a nuestro alrededor, puso a prueba nuestra habilidad al volante. Pero poco a poco nos acostumbramos al ritmo del país, adaptándonos a su forma de conducir y disfrutando del vibrante ambiente de las calles.

Nuestro primer gran tramo nos llevó hacia Puttalam, una ciudad costera conocida por su producción de sal y su gran laguna. La ruta estuvo llena de paisajes cambiantes: pasamos por aldeas tranquilas, arrozales verdes y caminos bordeados de palmeras. En el camino, nos detuvimos en un puesto local para probar un auténtico desayuno ceilandés: roti con curry y un chai bien especiado. La hospitalidad de la gente nos sorprendió desde el primer momento, con sonrisas y saludos cada vez que parábamos.

Al llegar a Puttalam, nos tomamos un descanso para explorar un poco. La brisa marina y la vista de la laguna nos dieron un respiro del calor del camino. También tuvimos la oportunidad de ver a los pescadores locales en acción, con sus redes y pequeñas embarcaciones.

Desde allí, retomamos la ruta hacia Anuradhapura, la antigua ciudad sagrada y nuestro destino final del día. El camino se volvió más rural, con menos tráfico y más naturaleza. La vegetación exuberante nos acompañó durante kilómetros, y de vez en cuando nos cruzábamos con algún que otro elefante salvaje a lo lejos, algo que nos dejó sin palabras.

Tras varias horas de conducción y paradas improvisadas para disfrutar del paisaje o simplemente estirar las piernas, llegamos a Anuradhapura al atardecer. La ciudad, con su aire místico y sus dagobas (templos budistas) iluminadas por la última luz del sol, nos recibió con una atmósfera mágica. Exhaustos pero felices, dejamos el tuk-tuk en nuestro alojamiento y celebramos el primer día de nuestra aventura con una cena típica de rice & curry.

Fue un primer día lleno de descubrimientos, desafíos y momentos inolvidables. Manejar un tuk-tuk por las carreteras de Sri Lanka es, sin duda, una experiencia única, y este era solo el comienzo de un viaje que prometía muchas más sorpresas.