24. La difícil tarea de alimentar a los ejércitos

El buen gobierno de las tropas y su mejor rendimiento en combate siempre ha estado relacionado con una buena alimentación, en calidad y en cantidad y, en lo posible, equilibrada en lo que se refiere a sus valores dietéticos y calóricos.
Históricamente, los ejércitos expedicionarios se alimentaban de lo que el terreno les proporcionaba. Pero para garantizar la subsistencia de las tropas, durante el siglo XIX y principios del XX, los intendentes y administradores militares se ocuparon, entre otras cuestiones, de la alimentación del soldado. Inventaron y utilizaron distintos instrumentos y aprendieron numerosas técnicas y saberes, desde el despiece animal al control de calidad, pesos y medidas. Así surgieron amasadoras, hornos, carros cocina, carros de aguada y otros instrumentos desmontables y portátiles.
En el Palacio de Polentinos de Ávila, sede del Museo de Intendencia Militar, se conserva un curioso artilugio: un “partidor de raciones de pan” que aseguraba las medidas exactas del popular “chusco” que debía recibir, con cada comida, el combatiente.
Hoy en día las funciones de abastecimiento, mantenimiento, control de calidad y estudios técnicos se llevan a cabo en el Parque y Centro de Abastecimiento y Material de Intendencia y las raciones de combate no tienen nada que ver con aquellas de hace un siglo.