Los verdaderos adversarios de la presidenta

Le he contado en este espacio que cuando la presidenta Claudia Sheinbaum y el régimen dan a la ausente oposición partidista una fuerza que no tiene, solo es para establecer, desde esa narrativa, a un enemigo político que no existe y mucho menos al nivel que le dan.

          Un gobierno que domina todos los poderes necesita contar con una oposición y ha creado el término derecha, para darle una dimensión que ya quisieran tener y que solo existe en ese discurso oficial.

          Debo insistir en que la presidenta Sheinbaum, su gobierno y su movimiento, no tienen a nadie enfrente que les juegue las contras o que, como dijo López Obrador como pretexto para reaparecer, que ponga en riesgo la democracia. Para ellos, eso de la democracia es una exclusiva de su movimiento, no de la oposición y menos de la derecha, como si no existieran gobiernos demócratas de esa ala.

          Para mí, los verdaderos adversarios del régimen está en la falta de crecimiento por la ínfima inversión pública y privada, la inflación, la deuda, el alto déficit público, el crimen organizado y la inseguridad, la corrupción, las complicidades locales ante la violencia, el raquítico sistema de salud, la distribución de medicinas, la educación, la gobernabilidad al interior de su movimiento y en esto destaco, más que a López Obrador, que cuenta, a sus operadores en su gobierno.

También la crisis interna del agua, una infraestructura insuficiente, la falta de capacidad eléctrica para el nearshoring, la desaparición de los organismos autónomos, la reforma al Poder Judicial, incluida la alineación de la Suprema Corte y, por supuesto y destacadamente, a Donald Trump.

          Yo apuntaría que todo eso y esos, son los verdaderos adversarios de la presidenta que, con todo el reconocimiento que pueda tener en encuestas, la ha colocado en una posición de impedir que cualquiera de esos frentes abiertos, se conviertan en crisis.

          Y ese es su gran reto, no el desaparecido PRD, no el miniPRI ni los restos del PAN.

          Una prueba le viene en las elecciones de 2027 en donde, sí, habrá encuestas, pero los candidatos tendrán que ser los suyos y solo los suyos, no de los adversarios internos, que los hay.