Programas de Investigación Falsos como estrategia geopolítica

Este ensayo examina los programas de investigación señuelo como
instrumentos de contrainteligencia en la tecno-geopolítica del siglo XXI, que
aquí se conceptualiza como parte de la Tecnociencia Geoestratégica (Ochoa Rojas, 2022), trasciende la mera posesión de armamento avanzado para abarcar la dominancia en los ecosistemas de innovación que definen el futuro. Estas operaciones consisten en crear líneas de investigación científica aparentemente legítimas pero diseñadas para producir resultados falsos o estériles, con el objetivo de engañar a potencias rivales. La estrategia se sustenta en tres pilares: la desinformación activa para agotar recursos adversarios, la atracción e identificación de redes de espionaje, y la dilución de esfuerzos rivales. El análisis detalla la anatomía de un señuelo efectivo, que requiere legitimidad institucional, una narrativa creíble, resultados ambiguos pero sugerentes y una estricta compartimentación. Los campos idóneos para su implementación incluyen tecnología cuántica, inteligencia artificial, materiales avanzados, armas de energía dirigida y biotecnología, donde la verificación independiente es difícil y el impacto estratégico es alto. Sin embargo, la estrategia conlleva riesgos severos, incluido el "efecto bumerán" (contaminación del ecosistema científico nacional), pérdida de credibilidad científica global, potencial de desencadenar una carrera armamentística ficticia y alta dificultad de control
operativo. Éticamente, estas prácticas corroen los principios científicos
fundamentales de búsqueda de la verosimilitud científica y la cooperación,
transformando a los científicos en peones geopolíticos y socavando la confianza global esencial. En conclusión, los programas señuelo ejemplifican la conversión del conocimiento en arma, donde la lógica de la guerra fría tecnológica puede priorizar el engaño tácticamente ventajoso sobre el avance científico colaborativo, haciendo de la verosimilitud del conocimiento científico la principal víctima colateral.