𝗘𝗦𝗧𝗜𝗥𝗣𝗘 𝗚𝗨𝗔𝗥𝗔𝗡𝗜́ - 𝗡𝗔𝗭𝗔𝗥𝗜𝗔 𝗳𝗼𝗿𝘁𝗮𝗹𝗲𝘇𝗮 𝗱𝗲 𝗲𝘀𝗽𝗶́𝗿𝗶𝘁𝘂, 𝗹𝗲𝗴𝗮𝗱𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝘀𝗲 𝗱𝗼𝗯𝗹𝗮 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝗻𝗼 𝘀𝗲 𝗿𝗼𝗺𝗽𝗲.

A mi abuela Nazaria,
luz eterna de mi sangre guaraní.
Abuela del alma,
hoy tu nieta Laura te habla desde lo más hondo del pecho, donde todavía siento el calor de tus manos antiguas acariciándome el cabello.
Te dedico cada nota de esta canción, cada latido de tambor, cada lágrima que se me escapó mientras la escribía, porque tu voz sigue resonando en mis sueños:
«No bajes la cabeza, Laurita… cualquiera se dobla, pero nosotras no nos rompemos».
Gracias por enseñarme que una mujer puede ser río y fuego a la vez:
dulce como el mbeyú que preparabas,
fuerte como la que pisaste descalza con tres hijos en la falda y el Chaco hostil en contra.
Gracias por legarme esa mirada tuya, tan serena y tan brava, que todavía me guía cuando la noche se pone pesada.
Gracias por cada caricia que guardo como tesoro, por cada «mba’éichapa, che memby» que me dijiste y que hoy repito como oración.
Esta canción es mi ofrenda, abuela.
Es mi manera de decirte que no te fuiste:
vives en mi voz cuando canto,
en mi espalda cuando me paro derecha,
en mi corazón cuando amo con la misma nobleza con que tú amaste.
Nazaria, che sy, che ángel guaraní,
tu nieta Laura nunca te olvidará.
Esta estirpe lleva tu nombre grabado en el alma,
y mientras yo respire, tu luz seguirá alumbrando el camino.
Con todo mi amor y mi orgullo de ser tu sangre,
Laura.
Tu nieta para siempre.