Una Aventura de 8 Kilómetros por la Historia y la Tierra

El motor ya estaba caliente, pero por el viento helado, no tanto. Partimos desde la histórica estación de Plomer con un objetivo claro: llegar a Lozano , un pequeño pueblo a solo 8 kilómetros de distancia. Lo que parecía un viaje corto, se convirtió en una aventura por una pista que esconde un sinfín de historias.
Apenas arrancamos, nos sumergimos en el camino de tierra. Entre baches y "huellones", el paisaje nos regalaba postales únicas: desde viejos galpones y un cartel que marcaba el camino a Las Heras, hasta el increíble puente "Crucero ARA General Belgrano" , una rareza que lleva el nombre del puente en lugar del arroyo que cruza, el Arroyo Durazno Chico . Esos detalles que solo se ven cuando se deja el asfalto.
El Corazón del Campo: Sorpresas en el Camino
El camino no solo nos puso a prueba con sus curvas, sino que también nos mostró la vida del campo. El viento lateral y la poca cobertura de los árboles nos acompañaban, haciendo la aventura más prometedora, y hasta nos topamos con esos curiosos arbustos que por su apariencia manifestaban la sensación de tener posadas bandadas de cuervos, y que solo eran sus frutos "chauchas de Acacia Negra" de los que partían aves que se alimentaban de dichas chauchas, pájaros que comunes en el campo llaman "piojosas" . Y, como si el tiempo se hubiera detenido, un viejo auto abandonado y las vías del Ferrocarril Belgrano , que hace poco volvieron a funcionar, nos recordaron la rica historia de estos rincones.
La Gran Llegada: Lozano y su Trencito
Después de esquivar el desvío a La Choza y de rodar unos kilómetros más, el paisaje cambió. Las primeras casitas, una cancha de pelota paleta, una escuelita y el cartel de "Lozano" nos dieron la bienvenida. La estación, nuestro destino final, estaba llena de gente, y la razón era evidente: el trencito que va a González Catán estaba a punto de llegar.
En la estación, la historia se hacía visible. Antiguas fotos nos mostraron cómo era el lugar en el pasado y cómo se veían los trenes originales. Vimos llegar al tren, al que esperaban sus pasajeros, y nos despedimos de este hermoso lugar, observando cómo partía la formación férrea.
Nuestro pequeño viaje de 8 kilómetros fue mucho más que una simple rodada por la tierra. Fue una oportunidad para conectarse con la historia, apreciar la vida del campo y disfrutar de un destino que, aunque pequeño, tiene un gran corazón.
Y con el tren de Lozano partiendo a lo lejos, terminamos nuestro video.
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