El cielo del albañil. Chamamé. Teresa Parodi - Antonio Tarragó Ros. Arreglo: Fernando Gramajo

"El remonta un sapukay, es su modo de volver".

Los andamios del albañil trepan hasta alturas de vértigo, pero no se llega por allí a ese cielo limpio que se lleva adentro, y se evoca a la distancia con sentida nostalgia.

El cielo del albañil de Teresa Parodi y Antonio Tarragó Ros, cuenta la historia del tropero de Federal (Entre Ríos), Salvador Vargas, devenido en albañil en la ciudad de Buenos Aires. El autor lo encuentra mateando junto a su compadre, “Lalanda”, en la altura del andamio, pero llama su atención el verlos matear acuclillados, como matean los troperos.

Es en esta escena, propia de otro ámbito, de otro paisaje, que encuentra su fogonazo propiciatorio la inspiración; Tarragó Ros trabaja de inmediato en las primeras estrofas de la canción que se completa, la noche de aquel día, con la visita de Teresa Parodi que, por lo visto, traía en su espíritu la energía para seguir y concluir junto a su amigo esta página tan bien lograda, profunda y emotiva de nuestra música argentina.

La incluyo en mi repertorio siguiendo la vocación de cantarle a todo el país, y por qué no al mundo, en todas las formas musicales que me quepan, es decir, que pueda interpretar, al menos decentemente.

Al mismo tiempo, es la canción que tengo a mano para que mi alma les cante a los albañiles, especialmente a Ormeñito y a Felipe que fueron los que levantaron esta, nuestra casa…

Siento un especial afecto por los albañiles que, por lo general, cuando no siempre, han venido de otro lugar. Quizá mientras escuches nuestra versión de este clásico como siempre, Fernando pone alas, que son luminosas ideas y profesionalismo musical, a mis buenas intenciones veas a tu mujer, tus hijos, a todos tus afectos viviendo cada uno de los sitios de esa casa que no estaría puesta donde está sin la mano de los albañiles; estos hombres que se fajan para que el peso de lo que levantan no les quiebre la cintura son enormes hacedores de mundos.

Larga vida a ellos, y a sus callosas manos constructoras.




Larga vida a ellos, y a sus callosas manos constructoras.