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El proyecto MICROSUB ha estudiado por primera vez los estuarios subterráneos de los parques
nacionales marítimo-terrestres, ecosistemas que, pese a su importante papel en la conexión
entre acuíferos costeros y el mar en el procesamiento de materia orgánica y su vasta
biodiversidad microbiana, eran aún inexplorados. Los resultados no pueden compararse con
valores anteriores, inexistentes, pero sirven para establecer una línea de base de estas variables
para observar sus cambios en el futuro con el cambio global. En el Parque Nacional de las Islas
Atlánticas, la tomografía eléctrica reveló variaciones en los flujos de agua subterránea a lo largo
del ciclo mareal, detectándose flujos a diversas profundidades, con la circulación de agua por
fracturas de granito entre 7 y 25 metros. En los tres parques estudiados (Parque Nacional de
las Islas Atlánticas, Parque Nacional del Archipiélago de Cabrera, y Parque Nacional de
Timanfaya), los patrones de mezcla de aguas continentales y marinas difieren según los
regímenes de precipitación, la composición de sustratos y el ciclo mareal. La composición
química de estos estuarios, que varía según el parque y la estación del año, influye en los niveles
de oxígeno, nutrientes y pCO2, con diferencias marcadas de alcalinidad entre parques. La
biodiversidad microbiana en estos estuarios es muy elevada, con muchas especies desconocidas,
y es claramente distinta entre ellos, con poco solapamiento de especies. Por último, los
estuarios subterráneos son sensibles al aumento de temperatura, al incremento del nivel del
mar y a la acidificación oceánica, siendo particularmente vulnerables en el Parque Nacional de
las Islas Atlánticas y el Parque Nacional del Archipiélago de Cabrera.