Relatos de un Cazador de Historia – Capítulo 2 | La Casa del Pozo Antiguo
Автор: Cazando La Historia
Загружено: 2025-10-28
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🜸 Conoce qué son los Relatos de un Cazador de Historia:
Una serie en la que te comparto los hallazgos, las leyendas y las emociones que surgen al explorar los lugares olvidados de nuestro país, con detector de metales en mano y el corazón puesto en el pasado.
Suscríbete y acompáñame en esta búsqueda de lo que el tiempo dejó atrás…
Antes de que se entierre otra historia.
En medio del campo, entre nopales y mezquites, se levanta el esqueleto silencioso de una pequeña casa de adobe.
Sus paredes, gastadas por el sol y el viento, aún resisten el paso de los años.
Algunas habitaciones conservan sus puertas de madera, que crujen con el más leve soplo del aire, como si todavía quisieran abrirse para dejar pasar las risas y las voces que hace décadas se apagaron.
Fue en octubre del 2019 cuando conocí este rincón olvidado de Aguascalientes.
Desde la distancia, parecía solo otra ruina más… pero al acercarme, supe que era algo distinto.
Había en ella una calma que solo los lugares llenos de memoria pueden tener.
Por respeto a la construcción, no quise explorar su interior con el detector de metales.
En cambio, comencé a buscar a su alrededor, esperando que el suelo me hablara, que me contara algo de quienes vivieron aquí.
El primer sonido fue débil… una marca corta, casi dudosa.
Escarbé unos centímetros y apareció una moneda antigua, cubierta de tierra. Después otra… y otra más.
Las fechas grabadas iban desde 1937 hasta 1963.
Cada número era una pista, una ventana al tiempo en que esta casa seguía viva, cuando quizás una familia salía cada mañana a trabajar la tierra, y por las tardes, al calor del fogón, compartían historias y sueños.
Cerca del pozo de piedra, encontré también una herradura vieja, gastada y doblada, tal vez de algún animal que trabajó estas tierras.
Y junto a una roca, el detector marcó una señal pequeña:
una anillo de niña, sencillo pero hermoso, que el tiempo había dejado intacto.
Quizá fue un regalo, quizá una promesa… o simplemente el tesoro más preciado de una infancia que el polvo cubrió para siempre.
Mientras caminaba entre los muros derrumbados, no podía dejar de imaginar cómo habría sido este lugar en su esplendor:
el olor a tierra mojada, los niños corriendo entre las paredes frescas de adobe, el chirrido del portón al cerrarse al caer la tarde.
Hoy, solo quedan las huellas del tiempo, los silencios, y la pregunta inevitable de todo cazador de historia:
¿Qué tanto de nosotros queda cuando nos vamos?
Porque, al final, cuando partimos, dejamos atrás más que objetos…
dejamos ese pequeño refugio que alguna vez llamamos hogar.
Relatos de un Cazador de Historia
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