La terrible historia de la familia Hopkins, en la ciudad de Nueva Vizcaya, Bambang

La terrible historia de la familia Hopkins, en la ciudad de Nueva Vizcaya, Bambang

(Sucesos ocurrido en el pueblo de los hermanos sotos)

Capítulo I: Los Cinco y el Presagio.

La familia Hopkins de Bambang, Nueva Vizcaya, era una anomalía en las estribaciones de la cordillera central de Caraballo. No por ser advenedizos, sino por el aire de misterio que rodeaba su gran casa.

La familia estaba compuesta por:

Gustavo Hopkins: El patriarca.
Maglie Hopkins: Su esposa, el corazón de la casa.
Veronica Hopkins: La hija mayor, de diez años.
Darwin Hopkins: El hijo mediano, de ocho años.
Javiera Hopkins: La más pequeña, de cinco años.

Para Gustavo, el 21 de julio era una fecha de profundo pavor. El año anterior, el 21 de julio de 2000, la tragedia había comenzado silenciosamente. Aquel día, el hermoso cofre de madera que Maglie usaba para guardar las cartas de sus hijos desapareció de su dormitorio. No fue robado; no había puertas forzadas, solo un hueco inexplicable en el lugar donde había estado, y una fina capa de tierra seca cubriendo la cómoda.

Capítulo II: El Silencio y la Tierra (21 de julio de 2001)

El 20 de julio de 2001, Gustavo cerró ventanas, bloqueó puertas y pasó la noche en vela, empuñando una vieja linterna. No quería que el algo que había tomado el cofre volviera a tomar otra cosa.

Sin embargo, a las 4:00 a.m., el aire se enrareció. Gustavo sintió el mismo olor a tierra mojada, humedad profunda y azufre que había percibido el año anterior. Más aterrador aún, un zumbido grave emanaba desde el subsuelo, recorriendo la casa como la resonancia de una campana enterrada.

Gustavo corrió primero al dormitorio conyugal. La cama estaba revuelta. Maglie había desaparecido. Solo quedaba sobre la almohada una sombra de ceniza oscura con olor a arcilla.
Aterrorizado, se dirigió a la habitación de sus hijos. Las tres camas—la de Verónica, la de Darwin y la pequeña cuna de Javiera—estaban frías y vacías.
Sobre cada una, en el lugar donde habían descansado las cabezas de los niños, había un pequeño montículo de tierra negra y húmeda, como si el suelo mismo se hubiera abierto y cerrado bajo ellos. Gustavo Hopkins, el único de los cinco miembros de la familia que quedaba, se arrodilló, sintiendo el suelo vibrar bajo sus manos.

Capítulo III: El Tributo de Caraballo.

La policía de Nueva Vizcaya encontró el caso incomprensible. No había huellas, no había testigos y no había signos de violencia. Cuatro personas simplemente se habían desvanecido.
Días después, Gustavo encontró el viejo diario ancestral. En él, un antepasado explicaba el pacto hecho para obtener la veta de oro en el cerro: el pacto con el Angin sa Lupa (El Espíritu del Viento de la Tierra).

El espíritu de Néstor exigía no un sacrificio de sangre, sino un Tributo Anual de Calidez y Vida en el día que la cosecha y la montaña estaban más alineadas: el 21 de julio.


Gustavo Hopkins permaneció en esa casa hasta el final de sus días, en profundo silencio el único sobreviviente de la terrible historia de la familia Hopkin \@s, esperando cada 21 de julio el momento en que la tierra, finalmente, reclamara también al guardián.#TerrorFicción #RelatoDeMisterio #FolcloreFilipino #NuevaVizcaya #Bambang #TributoAnual #PactoAntiguo #DeudaDeLaTierra #AnginSaLupa