#1 BELCHITE "Noche en el pueblo fantasma"
Автор: BUSCADORES DE ALMAS
Загружено: 2016-09-24
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La batalla de Belchite fue una batalla de la Guerra Civil Española que tuvo lugar en Belchite (Zaragoza) entre el 24 de agosto y el 6 de septiembre de 1937 en el marco de la ofensiva del Ejército Popular sobre Zaragoza. La conquista de esta localidad movilizó un gran número de hombres y medios militares republicanos que habrían podido ser más útiles en el avance hacia la capital aragonesa, principal objetivo de la operación.
La pequeña y bien fortificada población de Belchite (con una población de 3.812 habitantes en 1935) venía siendo desde principios de 1937 uno de los principales objetivos de las tropas republicanas en el Frente de Aragón.1
Después del fracasado intento de demorar el avance de los rebeldes en el Norte mediante el ataque a Brunete, el gobierno republicano presidido por Juan Negrín y con Indalecio Prieto como ministro de Defensa, decide llevar a cabo una nueva ofensiva en Aragón con el mismo objetivo que la anterior, esto es ralentizar el avance de las fuerzas rebeldes en el frente del norte. No obstante, la decisión no solo tenía razones de orden militar, sino también político, ya que el gobierno central estaba preocupado por la influencia de los anarquistas de la CNT en el Consejo Regional de Defensa de Aragón (el cual funcionaba en la práctica como un gobierno independiente) y de las columnas de milicianos de CNT y POUM en el frente de Aragón.
Mapa del asalto republicano a Belchite en agosto-septiembre de 1937.2
El plan republicano era atacar simultáneamente por tres puntos fundamentales y cinco secundarios en dirección a Zaragoza en una franja central de 100 km entre Zuera y Belchite. El dividir las fuerzas atacantes entre siete puntos distintos tenía por objeto dificultar el contraataque franquista, así como ofrecer el menor blanco posible a los ataques aéreos.
Participan 80.000 hombres del recién formado Ejército del Este y las XI y XV Brigadas Internacionales; al mando de "Walter" (Karol Swierczewski), iba la 35ª División, que ahora incluía la XV Brigada Internacional (británicos, canadienses y americanos); tres escuadrillas de la aviación republicana con Polikarpov I-16 (moscas), Polikarpov I-15 (chatos) (unos 90 aviones en total) y 105 carros T-26 soviéticos.
En los dos primeros frentes (norte y centro) solo se logró ocupar terreno vacío. En el frente sur las poblaciones de Quinto, Mediana y Codo estaban escasamente guarnecidas y cayeron en poder del ejército republicano el 26 de agosto, aunque las tropas republicanas de la 11ª División (mandada por Enrique Líster) y de la 24ª División gastan algunos días más en reducir los núcleos de resistencia del ejército sublevado que van quedando atrás, deteniendo el avance hacia Fuentes de Ebro. Las tropas de la 45.ª División Internacional, dirigidas por Emilio Kléber, llegaron a seis kilómetros de Zaragoza y amenazaron directamente la ciudad, pero no lograron lanzar un ataque contra ella. Mientras tanto, las Divisiones 11.ª y 35.ª se tuvieron que dedicar a eliminar un foco de resistencia en la localidad de Belchite, en torno a la cual se habían concentrado varios miles (entre 3.000 y 7.000 según las fuentes) de combatientes franquistas dirigidos por el comandante y alcalde de la población Alfonso Trallero.
Al pie del cañón, cuadro del artista Augusto Ferrer-Dalmau que recrea la batalla de Belchite.
Los primeros combates en torno a Belchite ocurrieron los días 24 y 25 de agosto. El día 26 la población quedó completamente cercada. Parapetados en fortificaciones de hierro y cemento y disponiendo de varios nidos de ametralladoras, los franquistas aprovecharon los edificios de Belchite para instalar su dispositivo cerrado de defensa, colocando sacos de arena como barricadas en las calles de la localidad, además de carros y escombros, todo ello para retardar el avance de las fuerzas republicanas que trataban de reducir la bolsa. Las tropas franquistas estaban bien pertrechadas para resistir un largo asedio, pero el Ejército republicano no podía permitirse perder tiempo y por eso decidió asaltar la ciudad. Se sucedieron duros combates callejeros en medio del intenso calor del verano aragonés.4 A los sitiados se les cortó el agua y la falta de comida y suministros médicos empezó a hacerse notar a medida que la intensidad de la lucha aumentaba.
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