Homilía Exaltación de la Santa Cruz, Domingo 14 de septiembre de 2025.
Автор: DIOS CONMIGO
Загружено: 2025-09-14
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Evangelio y Lecturas
Domingo, 14 de septiembre - Ciclo C
Exaltación de la Santa Cruz
fiesta
Primera Lectura
Opción 1
Opción 2
Nm 21, 4b-9 • Cuando una serpiente mordía a alguien, este miraba a la serpiente de bronce y salvaba la vida.
En aquellos días, el pueblo se cansó de caminar y habló contra Dios y contra Moisés:
«¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náuseas ese pan sin sustancia».
El Señor envió contra el pueblo serpientes abrasadoras, que los mordían, y murieron muchos de Israel.
Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo:
«Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes».
Moisés rezó al Señor por el pueblo y el Señor le respondió:
«Haz una serpiente abrasadora y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla».
Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a alguien, este miraba a la serpiente de bronce y salvaba la vida.
Palabra de Dios
Salmo Responsorial
Sal 77, 1-2.34-38
℟. No olvidéis las acciones del Señor.
Escucha, pueblo mío, mi enseñanza;
inclina el oído a las palabras de mi boca:
que voy a abrir mi boca a las sentencias,
para que broten los enigmas del pasado. ℟
Cuando los hacía morir, lo buscaban,
y madrugaban para volverse hacia Dios;
se acordaban de que Dios era su roca,
el Dios altísimo su redentor. ℟
Lo adulaban con sus bocas,
pero sus lenguas mentían:
su corazón no era sincero con él,
ni eran fieles a su alianza. ℟
Él, en cambio, sentía lástima,
perdonaba la culpa y no los destruía:
una y otra vez reprimió su cólera,
y no despertaba todo su furor. ℟
 Evangelio
Jn 3, 13-17 • Tiene que ser elevado el Hijo del hombre.
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él».
Palabra del Señor

Comentario al Evangelio
Autor Griego (s. IV) • Árbol que sube al cielo. Homiía sobre la Pascua. PG 59, 743.
El árbol de la Cruz, es para mí el de la salvación eterna. Me alimenta y lo hago mi obsequio. En sus raíces me arraigo, y por sus ramas me extiendo; su rocío me purifica y su espíritu, como un viento deleitoso, me hace fecundo. A su sombra, he preparado mi tienda, y huyendo de los grandes calores, me parece un refugio de frescura. De sus flores que florezco, y de sus frutos hago mis grandes delicias; estos frutos que me estaban reservados desde el origen, me producen un gozo sin límite. Cuando me estremezco ante Dios, este árbol me protege; cuando tiemblo, es mi apoyo; es el precio de mis combates y el trofeo de mis victorias. Es para mí el camino estrecho, el sendero tortuoso, la escala de Jacob recorrida por los ángeles, en la cumbre de la cual se apoya realmente el Señor (Mt 7, 14; Gn 28, 12).
Este árbol, de dimensiones celestes, ascendió de la tierra hasta los cielos, planta inmortal fijada entre el cielo y la tierra. Apoyo de todas las cosas, el apoyo del universo, soporte del mundo habitado, que abarca el cosmos y reúne los elementos variados de la naturaleza humana. Él mismo, soporte invisible del Espíritu, para que ajustado a lo divino no sea nunca más separado. Por su cima, toca el cielo, reforzando la tierra por sus pies y rodeado de todos lados por sus brazos enormes, los espacios innumerables de la atmósfera, es todo en todo y por doquier.
El universo fácilmente se perturba, y estremece de terror ante la Pasión, si el gran Jesús no le hubiera infundido el Espíritu divino diciendo: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23, 46). Todo estaba acabado, pero cuando el espíritu divino se remontó, el universo fue en cierto modo reavivado, vivificado, y ha encontrado una estabilidad firme. Le sirvió a Dios de base para todo y en todas partes, y la Crucifixión se extendió a través todas las cosas.
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