La Muerte De Hernán Peraza | Canción sobre la Rebelión de los Gomeros

La Muerte De Hernán Peraza es una canción del disco de los Sabandeños "La Rebelión de los Gomeros".
Esta canción narra la historia desde la emboscada de Hernán Peraza por Hautacuperche (Pedro en la canción) en Guahedúm hasta la llegada del ejercito godo a la Villa.
La rebelión ocurrió hoy hace 537 años, el 20 de Noviembre de 1488
Tiddara Tanekra n igomeren - Viva la Rebelión de los Gomeros
Yadya Irzan Ganigo n Guahedum - Ya se quebró el Gánigo de Guahedum
La parte silbada dice: "Fui, ya se quebró el Gánigo de Guahedum", que fue lo que se silbo nada más empezó la rebelión, si tienen preguntas sobre esta rebelión, pónganlas en los comentarios.
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Letra:
Ya todo estaba tramado,
salió Yballa a pasear con sus damas
y al llegar al Guahedum señalado,
vino al conde que hacia su lado
y se acercó con candor diciendo
"¡Bella flor
si no me quieres amar,
yo te mandaré matar
sin piedad y con dolor!"

Pedro que al acecho estaba como una fiera salió,
Pedro que al acecho estaba como una fiera salió.
El conde cuando lo vio la espada desenvainaba,
el conde cuando lo vio la espada desenvainaba
y al tiempo que la mostraba la sujetó con furor
y al tiempo que la mostraba la sujetó con furor.
¡Le dijo: "Soy tu señor, me tienes que respetar"!
¡Le dijo: "Soy tu señor, me tienes que respetar"!
"¡Calla infame, has de pagar lo que le has hecho a mi amor!"
"¡Calla infame, has de pagar lo que le has hecho a mi amor!"

Con gran ligereza su dardo tiró
y al conde le dio fuerte en la cabeza.

Enseguida con presteza
la noticia se extendió
por la isla y se silbó
Fui, ya se quebró el Gánigo de Guahedum.
Desde montaña a montaña
dando cuenta de la hazaña,
que un hombre al conde mató.

La condesa se enteró
por medio de una criada,
gomera muy estimada,
que el silbo pronto entendió.
De modo que la enteró,
sin que ellos supieran nada,
a Gran Canaria mandó
con prisa una carabela,
que navegó a toda vela
con auxilios que pidió.

Ella al punto se encerró en la Torre bien trancada,
al momento fue sitiada por multitud de gomeros,
los que se afanaban fieros por ver si la derribaban.

¡Qué noches de sufrimiento
de amarguras y de tristezas
se pasó nuestra condesa
llorando sin descontento!
¡Vio aproximarse el momento
de la muerte ya cercana!
Se asomaba a la ventana
por ver si el barco venía
y con fervor le ofrecía,
oración a Santa Ana.

Quiso la Virgen Sagrada,
desde lo alto del cielo,
darle un poco de consuelo
a aquélla desconsolada.
Un día con la mirada
devisó las carabelas,
que con viento a toda vela,
venían como una bala
y así entraron en la cala.
Corrían como el que vuela.