ELVAS (PORTALEGRE) - PORTUGAL

De vez en cuando nos gusta pasar la cercana frontera y pasar alegres veladas por las bellas tierras portuguesas, la mayoría de las veces lo hacemos por el distrito de Faro (Algarve) y otras veces por otros distritos no muy lejanos. En esta ocasión nos adentramos un poco por el país vecino hasta llegar al distrito de Portalegre, en el más típico Alentejo portugués, para llegar a una de sus ciudades más importantes: Elvas.

Por supuesto que comenzamos estas imágenes con su gran joya, la mejor carta de presentación de Elvas, su acueducto, el Acueducto de Amoreira. Contemplamos su gran longitud, al mismo tiempo que vamos apreciando el paisaje exterior dominado por tonos pajizos provocados por las típicas temperaturas veraniegas.

Nos vamos acercando al núcleo urbano de Elvas, ciudad fundada por los romanos con el nombre de Alpesa, que lo observamos a cierta distancia. Apodada como la “Reina de la Frontera” (se encuentra muy cerca del río Guadiana y de la provincia española de Badajoz) y la “ciudad cuartel”, Elvas es una bellísima ciudad, cautivadora, llena de carácter, con una historia muy rica e intrigante, una ciudad pintoresca con casitas bajas blancas con los marcos de las ventanas en color amarillo, muy típica del Alentejo portugués, sin duda un escenario ideal para pasear por el centro histórico, un centro lleno de calles estrechas que atraviesan un sinfín de encantadoras plazas que tiene como centro neurálgico la Praça da República. Esta pequeña y agradable ciudad cuenta con las mayores y mejor conservadas fortificaciones abalaustradas del mundo, siendo un magnífico ejemplo del arte holandés de fortificación. Esta colección de fortificaciones, junto con el centro histórico de la ciudad y el acueducto, fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco el 30 de junio de 2012 bajo el nombre de “Guarnición fronteriza y fortificaciones de la ciudad de Elvas”.

Elvas ha tenido a lo largo de la historia un papel importante en la defensa de la frontera de Portugal. Las murallas de la ciudad se diseñaron de manera que no quedase ninguna cara sin proteger, lo que resultó la formación de un diseño único en forma de estrella con bastiones, revellines y pasajes ocultos. Este cuidado conjunto militar está formado por las murallas islámicas del siglo XIII (Elvas era conocida en esta época como Lalbash), las murallas medievales, y por el cinturón de murallas del siglo XVII, además del Fuerte de Santa Luzía (sigloXVII), que protegía la ladera sur de Elvas, del Fuerte de Graça (sigloXVIII) y de tres fortines construidos por Wellington durante los inicios del siglo XIX: Sao Mamede, Sao Pedro y Sao Domingos.

En la parte más alta de la ciudad, en el llamado cerro Nuestra Señora de Graça, se encuentra el castillo de Elvas, construido sobre una antigua fortaleza musulmana conquistada por el rey portugués Sancho II en el siglo XIII.

Y nos vamos de nuevo al acueducto de Amoreira, que une la localidad del mismo nombre y la de Elvas.

Desde la época árabe, la ciudad era abastecida por el pozo de Alcalá. Desde el siglo XV y debido al crecimiento de la población, el pozo se hizo insuficiente para abastecer de agua a la ciudad, motivo por el cual, en 1537, el rey portugués Juan III encargó al arquitecto Francisco de Arruda el proyecto de un acueducto para Elvas. En el año 1622 se completó el conjunto, con un recorrido de 12.380 m, varias galerías que en la primera zona son subterráneas, captando el agua de 11 fuentes diferentes y construyéndose 843 arcos en su recorrido, así como diversos aljibes públicos y privados en el casco intramuros. En las imágenes observamos la zona más espectacular del acueducto, auténtico ex-libris de la ciudad, pura belleza, armonía y grandiosidad: en el Valle de San Francisco, el acueducto se eleva majestuosamente a lo largo de 1.113 m, con cuatro arcos superpuestos, apoyados en pilares cuadrangulares reforzados por contrafuertes semicirculares, alcanzando 31 m de altura.

En un ambiente veraniego de cielo celeste y colores pajizos del paisaje, y con un plano cenital de esta magna obra arquitectónica, despedimos estas imágenes bajo el cobijo de un pequeño naranjo ornamental que es fiel observador de tan bello espectáculo.


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