4. Nave del Evangelio y coro de Santa Maria de Azogue. Benavente

La plasticidad barroca se deja ver en las columnas salomónicas del retablo, presidido por San José y el Niño. Esta escultura ha sido colocada posteriormente en el nicho, ya que las tablas que historian el conjunto poco tienen que ver con ella. Narran la Visitación en la parte izquierda, la Anunciación en la derecha y la Adoración de los pastores en la superior.

A continuación, se abre en el muro la entrada a la sacristía. Es una obra del siglo XVI por sus inconfundibles casetones con varios motivos ornamentales. Este espacio en origen fue una capilla, pero en el siglo XVIII se acondicionó como nueva sacristía.

Como colofón a la visita al interior de la iglesia, te proponemos, si el encargado de la iglesia así te lo permite, que subas al coro de la iglesia. Comprobarás que los dos órganos que se observan desde abajo son en realidad uno solo, pues uno de ellos es un trampantojo, compuesto por la antigua caja del único de los órganos existentes. El verdadero órgano fue realizado en la primera mitad del siglo XVIII.

En esta zona se asienta la sillería del coro, muy sencilla, sin grandes adornos, que fue costeada en 1776 por Agustín González, obispo de Oviedo, junto con el facistol utilizado para colocar los libros de canto y el tornavoz. Este último estaba colocado sobre el púlpito para mejorar así la audición.

Por último, sobre el óculo del coro, aparece un relieve de un tema muy recurrente en la iconografía de todos los templos benaventanos: la Piedad. Se trata de una pieza realizada a finales del siglo XV con la que ponemos fin a nuestro recorrido por el interior de la iglesia de Santa María del Azogue: un templo románico que vivió una metamorfosis interior, provocando que en la actualidad podamos contemplar en él obras góticas, clasicistas, manieristas y barrocas que ponen de manifiesto los cambios y pervivencias de Santa María y de la propia villa benaventana a lo largo de su dilatada historia.