Uniendo lo que está roto -

Un secreto para la unidad

Juan 13: 3-14: Sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido. Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies? Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo. Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos.

1) Inclinarse frente al otro, inclinarse es un acto de humillación. El que sabe quién es puede humillarse, cuando sabes quién eres no tiene la necesidad de demostrar nada. En otras palabras, el orgullo es lo que impide la unidad. Jesús nos mostró con su ejemplo, que el que sabe quién es capaz de humillarse.

2) Ver correctamente la suciedad del otro, es decir, que la suciedad (pecado) del otro no define a las personas.

3) Verter gracia. Jesús aun cuando sabía que sus discípulos le fallarían, incluso uno lo traicionaría, él le lavó los pies a sus discípulos, que simboliza el perdón


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