María Mérida
Автор: Sabinosa un Sentimiento
Загружено: 2025-06-25
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María Mérida, nacida entre la bruma atlántica de El Hierro, no fue solo una voz, sino un eco antiguo que se levantó desde las entrañas volcánicas de Canarias para abrazar al mundo con su canto. Desde niña cantaba a los árboles como si supiera instintivamente que la tierra también escucha. Y escuchó. Porque aquella niña herreña, hija de Ricardo Mérida y Adolfa Pérez, tejía su destino entre senderos y coplas, sin saber aún que llegaría a ser la gran dama de la música canaria.
Con apenas doce años ya tenía en las manos su primer galardón por cantar folías, como quien lleva una flor recogida del alma. Se trasladó a Santa Cruz de Tenerife, donde su voz se convirtió en la joya sonora de la Masa Coral, aprendiendo los giros del timple y el alma de las isas y malagueñas.
Pero fue en Madrid, en 1946, donde su arte se transformó en trayectoria. Los teatros Español y María Guerrero se rindieron ante ella. Grababa en la madrugada para los que estaban lejos, para los que lloraban su tierra en las noches; ella les enviaba canciones como abrazos de aire salado. En los estudios de Radio Nacional, su voz navegaba los cables como un barco hecho de nostalgia. En esas mismas calles, entre luces y camerinos, compartió escenas y cenas con Lola Flores, Ava Gardner, con el rumor de las coplas y el glamour del celuloide.
Y, sin embargo, nunca se alejó de su raíz. Renunció a ser soprano de ópera aunque tenía la voz y la técnica porque su corazón le hablaba en el idioma del folclore. El New York Times la consagró como una de las cuatro mejores voces del mundo. Le Figaro, enamorado, la llamó “la Edith Piaf canaria”. Pero ella seguía siendo María, la de El Hierro, la que cantaba al Garoé, la que convertía en música la lluvia horizontal.
Fue la primera mujer canaria en grabar un disco. Y lo hizo con una canción que es ya himno: “Palmero sube a la palma”. Fundó el Hogar Canario en Madrid, dio forma a su primer grupo folclórico, y llevó su voz por más de 300 escenarios en los cinco continentes. Giras con El Greco, colaboraciones con Alfredo Kraus, complicidad con artistas como María Dolores Pradera, Amália Rodrigues y Victoria de los Ángeles. Incluso en Hollywood dejó su estela, entre los abrazos de Danny Kaye y la elegancia de Gilbert Roland.
María Mérida no solo cantó canciones. Cantó al mar, al exilio, a la isla, al amor, al recuerdo. Su voz sigue, porque hay voces que no mueren: se vuelven paisaje
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