Crímenes no resueltos en Chile. Capítulo 13: El asesinato del boticario de Concepción – 1878.

En el otoño de 1878, cuando la Guerra del Pacífico aún no estallaba pero ya se respiraba en las calles, la ciudad de Concepción se convirtió en un escenario de secretos, traiciones y silencios peligrosos. En la esquina de Caupolicán y Biobío, la Botica San José era mucho más que un dispensario: era el confesionario de los oficiales del ejército chileno, donde las culpas se mezclaban con los remedios.

Don Ramón Ulloa, boticario de 52 años, sabía que en tiempos de guerra, escuchar podía ser más letal que hablar. Por eso anotaba en secreto cada pedido extraño, cada fórmula sospechosa, cada confesión disfrazada de receta. Hasta que el coronel Esteban Lira llegó con una solicitud que selló su destino: un remedio para el dolor de traicionar a su país.

Días después, don Ramón apareció muerto. La receta decía “belladona”, pero el análisis reveló arsénico y estramonio, preparados con agua del río Andalién. Una fórmula imposible, que solo un traidor bien informado podía fabricar. El ejército cerró el caso como “muerte por estrés”. El cuaderno desapareció. El coronel huyó. Y la verdad quedó enterrada.

Este capítulo revive un crimen olvidado, donde la botica se transformó en escenario de conspiración, y la traición se disfrazó de medicina. Una historia que conecta la Guerra del Pacífico con la fragilidad de la justicia chilena en el siglo XIX.

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