En la Cena FAMILIAR mis Padres Dijeron que ya no era Parte de la FAMILIA y me ECHARON de Casa

Soy Marie, tengo 28 años y soy la hija del medio de la prestigiosa familia Anderson de Boston. Siempre me sentí como la oveja negra, nunca encajando en el molde que mis padres diseñaron. Cuando aprobé el examen de abogacía el mes pasado en lugar de unirme al negocio familiar, pensé que por fin estarían orgullosos de mí. Me equivoqué. Anoche regresé a casa para una cena familiar celebrando el compromiso de mi hermano. En cuanto crucé esas puertas familiares, sentí la tensión en el aire. Nunca imaginé que al llegar el postre mis padres me mirarían a los ojos y dirían esas palabras que lo cambiaron todo. Crecí en Beacon Hill, y eso significaba mucho más que solo tener una dirección prestigiosa. Nuestro edificio de cinco pisos daba al Boston Common, su interior estaba lleno de antigüedades y obras de arte que habían estado en la familia Anderson durante generaciones. Mi padre, James Anderson, convirtió Anderson Development en un imperio inmobiliario de cientos de millones. Mi madre, Eleanor, venía de una familia adinerada y manejaba nuestra imagen con precisión y cálculo.

Desde que éramos niños, mis hermanos y yo sabíamos lo que se esperaba. Los hijos Anderson iban a la Academia Phillips, luego a la Escuela de Negocios de Harvard y después se unían a la compañía familiar. Mi hermano mayor, Thomas, siguió este camino a la perfección. Con casi un metro ochenta, la mandíbula fuerte de nuestro padre y el encanto de nuestra madre, fue preparado para liderar desde el primer día. Destacó en todo, desde vela hasta finanzas, haciendo conexiones con las personas correctas y saliendo con las chicas adecuadas. Mi hermana menor, Amanda, era la rebelde, pero en formas aceptables. Eligió Brown en vez de Harvard, estudió historia del arte en lugar de negocios, pero mantuvo las conexiones sociales apropiadas y salía con el hijo de un compañero de golf de papá. Sus pequeñas rebeliones eran toleradas porque nunca amenazaban la imagen familiar. Luego estaba yo. Desde pequeña, cuestionaba lo que los demás aceptaban.