Juan, voz que despierta el Adviento

Una canción que trae la voz de Juan Bautista al presente: denuncia, compromiso y fe activa. Invita a no quedarse al margen y a vivir una fe que se traduce en justicia y solidaridad.

“Juan grita todavía”
Hace siglos clamó Juan,
pero su voz sigue sonando:
denunció a los poderosos,
y hoy también nos está llamando.
No murió solo por un capricho
o por el antojo de un rey:
lo callaron porque hablaba
de injusticia… y de Fe.

Y tú, creyente de misa diaria,
que hablas de amor desde tu sofá…
¿dónde estás cuando el pobre clama,
cuando el migrante no puede más?
No basta un canto bonito
ni adorar sin compasión;
el pan que no compartes
te aleja de Dios.

ESTRIBILLO
Haz que te oigamos, Señor,
rompe el lujo de creer sin entregarnos;
de no tocar el dolor
y aún así llamarnos cristianos.
Despiértanos, Señor,
derriba nuestra fe domesticada:
tu Reino no es un cuento,
tu Reino es justicia encarnada.
Siguen sufriendo inmigrantes
en fronteras que inhumanizan,
niños sin pan en la tierra,
mujeres que el miedo paraliza.
Los trabajos esclavos,
el salario que no libera,
los ancianos que hoy esperan
visitas que nunca llegan.

“Templos llenos de incienso,
calles llenas de agonía;
la fe que no pisa el barro
se convierte en poesía vacía.”

Y tú, discípulo cómodo,
que rezas sin levantar la voz…
¿también mandarías callarlo
si denunciara al opresor?
Si Juan viviera hoy,
¿quién lo escucharía?
Muchos de nosotros mismos
seríamos quien lo callaría.

ESTRIBILLO
Haz que te oigamos, Señor,
rompe el lujo de creer sin entregarnos;
de no tocar el dolor
y aún así llamarnos cristianos.
Despiértanos, Señor,
derriba nuestra fe domesticada:
tu Reino no es un cuento,
tu Reino es justicia encarnada.
“El hacha está en la raíz”…
¿seguimos haciendo oídos sordos?
No habrá Reino en nuestras manos
si protegemos nuestros tronos.
Juan nos mira y nos pregunta:
¿de qué sirven tantas velas
si no alumbra nuestro paso
el clamor de las periferias?

Decimos amar al Maestro
pero amamos nuestra comodidad;
hablamos de darlo todo…
pero agarrados a lo que nos puede salvar.
El Adviento no es un cuento
ni un pesebre de madera:
es Dios pidiendo justicia
en la historia verdadera.

Juan señala hacia el Cordero,
y hoy nos dice todavía:
si no abrazas al caído,
tu fe sólo es cáscara vacía.
El que quiera ver a Cristo
que abandone su coraza:
el Señor viene sin prisa…
pero también sin tardanza.

ESTRIBILLO
Haz que te oigamos, Señor,
rompe el lujo de creer sin entregarnos;
de no tocar el dolor
y aún así llamarnos cristianos.
Despiértanos, Señor,
derriba nuestra fe domesticada:
tu Reino no es un cuento,
tu Reino es justicia encarnada.

Templos llenos de incienso,
calles llenas de agonía;
la fe que no pisa el barro
se convierte en poesía vacía.
Si Juan gritara hoy,
¿quién se levantaría?
Haz que tu Iglesia vuelva
a ser voz y profecía.

Si Juan viviera hoy,
¿quién lo escucharía?
Muchos de nosotros mismos
seríamos quien lo callaría.
No es fácil ser voz...
No es cómodo ser profecía...