HOMILÍA DEL DÍA. SABADO 19 DE OCTUBRE DE 2024. 07:00 PM

Hoy el Evangelio de San Lucas nos invita a una reflexión profunda sobre nuestra fe y el testimonio que damos de ella. Jesús nos dice con claridad: “A todo el que me reconozca abiertamente ante los hombres, lo reconocerá el Hijo del hombre ante los ángeles de Dios.” Estas palabras son un llamado a la coherencia y a la valentía en nuestro seguimiento de Cristo.

Reconocer a Jesús ante los demás no es simplemente una cuestión de palabras, sino de vida. Muchas veces, en medio de la rutina diaria, nos encontramos con situaciones en las que se pone a prueba nuestra fe: una decisión moral en el trabajo, una conversación con amigos, o incluso un conflicto familiar. ¿Qué hacemos en esos momentos? ¿Optamos por el camino fácil, evitando incomodidades, o permanecemos firmes en el amor de Cristo, aun cuando el costo sea alto?

Jesús nos recuerda que si somos capaces de reconocerlo aquí, Él nos reconocerá en el cielo. Nuestra vida cristiana no se trata solo de un testimonio público, sino también de una disposición interior que muestra nuestro amor por Cristo. No se trata de una fe de apariencias, sino de una fe vivida con el corazón y con acciones concretas.

En este mismo Evangelio, Jesús nos advierte sobre la gravedad de blasfemar contra el Espíritu Santo. No se refiere aquí a una ofensa casual, sino a un rechazo profundo de la gracia y la verdad que Dios nos ofrece. Hermanos, Dios es misericordioso, pero esa misericordia requiere de nuestra apertura. No cerremos nuestro corazón a la acción del Espíritu Santo; al contrario, abramos nuestra vida para que Él nos transforme y nos guíe en el camino del bien.

Finalmente, Jesús nos asegura que cuando nos lleven ante los jueces y las autoridades, no debemos preocuparnos de lo que diremos, porque el Espíritu Santo nos enseñará en ese momento lo que debemos decir. ¡Qué consuelo tan grande saber que no estamos solos en nuestras pruebas y persecuciones! Dios mismo, por medio del Espíritu Santo, nos da las palabras, la fuerza y la sabiduría necesarias para ser sus testigos fieles. Que asi sea. Amén.

Su servidor, Pbro. Eusebio Martinez Mendiola.

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