El deseo como política: Un diálogo con Albertina Carri

"El deseo como política: Un diálogo con Albertina Carri" de la mano de Roger Koza.

Las dos últimas películas de Albertina Carri son directas, enigmáticas y sin concesiones. En Las hijas del fuego el deseo femenino se disocia completamente de los hombres. En el festivo epílogo de aquel film feliz y combativo un grupo de mujeres celebra el erotismo sin ningún tipo de reglas: el placer es total.

Que no estén los hombres no significa su aniquilación ni su negación; es una prescindencia lúdica, una opción política en un momento específico que no se traduce enteramente en la inscripción de una identidad asociada a una elección sexual y su vindicación. En la película posterior, ¡Caigan las rosas blancas!, la apuesta es mayor: el orden de las cosas y los discursos que ordenan el todo viven un traspié. Los personajes son los mismos, pero ya no se trata de pensar la pornografía, el deseo de las mujeres y el mundo de los hombres, como en Las hijas del fuego. El viaje que emprenden las protagonistas en el inicio es un periplo inclasificable e impredecible, como la propia película, hasta que en el desenlace surge un enfrentamiento inesperado: las fuerzas de la naturaleza absorben para sí la presencia humana, la fagocitan y degluten, porque la libido ya no define el cuerpo humano y su movimiento; es una fuerza vital que está en el mundo.

¿Qué ha entrevisto la cineasta? Desde los inicios, el deseo ha sido un vector del cine de Carri: ¿cómo pensarlo por fuera de una demanda constante de clasificación?, ¿cómo concebirlo sin tener obligación de etiquetarlo en una identidad que lo descifre?, ¿cómo filmar el deseo en sí, en su propio devenir?.