¡ÚLTIMA HORA! Estalla la crisis industrial: el acero cae sin freno y Detroit colapsa

El acero de Estados Unidos vive su peor colapso en décadas. Todo comenzó con un anuncio triunfal de Donald Trump en 2025: duplicar los aranceles al acero y aluminio al 50 % y castigar las exportaciones canadienses con un 35 %. Una medida que prometía “proteger empleos”, pero que terminó destruyendo cadenas de suministro enteras, paralizando plantas históricas y hundiendo a Detroit en una crisis sin control.

Lo que debía ser una maniobra de seguridad nacional se convirtió en una ruptura sistémica. El acero estadounidense se disparó a precios imposibles, mientras Canadá —el país que debía ser castigado— aprovechó la oportunidad para transformarse en un líder global del acero verde. Mientras Nucor y Cleveland-Cliffs subían precios sin freno, ciudades enteras del cinturón industrial entraban en shock: turnos suspendidos, cierres temporales y miles de empleos en riesgo.

En Detroit, cada pickup Ford F-150 cuesta ahora entre 2.000 y 3.800 dólares más solo por el precio del acero. General Motors paralizó expansiones enteras. Stellantis cerró líneas en Windsor. Los perforadores de shale en Texas y Dakota del Norte se quedaron sin tubería. Hasta la industria militar reporta retrasos críticos por falta de placa de alta resistencia. La crisis es total.

Mientras tanto, Canadá respondió con una estrategia que cambió el mapa industrial del continente: el Plan Nacional Acero 2030, un megaproyecto de descarbonización financiado por bonos verdes, energía hidroeléctrica y hornos de arco eléctrico alimentados por hidrógeno verde. Con una huella de carbono 80 % menor que la estadounidense, Ottawa conquistó el mercado europeo gracias al CBAM, vendiendo acero sin pagar ni un euro de impuesto. Europa, Japón, India y América Latina firmaron contratos récord. El acero canadiense se volvió premium. Y Estados Unidos quedó atrapado en su propio proteccionismo.

Hoy, a finales de 2025, la industria estadounidense opera al 66 % de capacidad, el acero interno sigue un 42 % más caro y Detroit enfrenta su momento más oscuro en 40 años. El proteccionismo no salvó empleos: los expulsó al extranjero. La pregunta clave ya no es si los aranceles funcionaron: es si EE. UU. reaccionará antes de que el daño sea irreversible.

¿Debe Estados Unidos abandonar la guerra comercial y apostar por acero verde, energía limpia y cadenas de suministro resilientes? ¿O seguirá atrapado en un modelo del siglo XX mientras el mundo construye puentes, no muros?

Este debate nos afecta a todos: trabajadores, consumidores, ingenieros, exportadores y cualquier persona que dependa de la estabilidad económica del continente. Si quieres entender cómo este terremoto comercial está redefiniendo el orden industrial del siglo XXI, quédate hasta el final y comparte tu opinión.

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