Ejecución del presidente francés que envió niños a campos nazis: "las familias deben estar unidas"

Pierre Laval nació el 28 de junio de 1883 en el pueblo de Châteldon, en el centro de Francia. Su padre trabajaba como dueño de un café y cartero, y la familia vivía cómodamente en comparación con el resto del pueblo.En 1909, Laval se casó con Jeanne Claussat, hija del alcalde radical-socialista de Châteldon, el Dr. Joseph Claussat. Su única hija, llamada Josée, nació en 1911.
La Segunda Guerra Mundial comenzó el 1 de septiembre de 1939 cuando la Alemania nazi invadió Polonia.Cuando Hitler invadió Francia en mayo de 1940, la conmoción de la derrota militar tras seis semanas recorrió a una nación desprevenida ante el nuevo rostro de la guerra moderna. En aquellos días desesperados, mientras París se tambaleaba bajo la amenaza de la ocupación, la influencia de Laval en el gobierno creció de forma constante. Fue él quien, con frialdad calculadora, persuadió a los asediados líderes franceses de permanecer en la capital en lugar de huir, insistiendo en que un gobierno legal y céntrico era esencial para negociar términos favorables de armisticio. Su voz, mesurada y pragmática, contribuyó a la firma del armisticio que finalmente marcaría el fin de la Tercera República el 10 de julio de 1940, una decisión que allanó el camino para el establecimiento del régimen de Vichy.La entrada de Laval en el gobierno del mariscal Philippe Pétain no fue una simple anécdota en la historia de la Francia de la guerra; fue un momento decisivo. Inicialmente nombrado ministro de Estado, Laval se distinguió rápidamente como un maestro de la maniobra política. Sin embargo, su ambición primordial pronto se hizo evidente: creía que, colaborando con la aparentemente invencible maquinaria de guerra alemana, Francia podría asegurar una posición de influencia en un orden de posguerra dominado por el poder nazi. Para Laval, las duras condiciones del armisticio no eran una rendición, sino una retirada calculada: un compromiso necesario que, si se gestionaba con astucia, le permitiría forjar el futuro de Francia.En los primeros días del gobierno de Vichy, las acciones de Laval estuvieron envueltas en ambigüedad. Tras la apariencia de un gobierno legal se escondían una serie de decisiones que llegarían a personificar la colaboración. Con la caída de Francia, muchos esperaban un gobierno de resistencia o exilio; en cambio, Laval, junto con Pétain, adoptó un enfoque que priorizaba la conciliación sobre el desafío. En su opinión, capitular ante las demandas alemanas no era una admisión de derrota, sino una aceptación pragmática de la realidad, una visión que definiría su legado.
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