Marcha - Victoria Dolorosa
Автор: Música Sacra
Загружено: 2017-11-12
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Compuesta en 1924 y titulada inicialmente "Resignación", "Victoria Dolorosa" es un soberbio ejemplo de lo que suele denominarse "marcha procesional clásica".
Tanto la exhuberante riqueza melódica, la armonización, la impecable orquestación (debida al padre del autor, Manuel Font Fernández de la Herranz), pero sobre todo su profunda espiritualidad y ese aura de belleza intemporal, inmarcesible, que caracteriza a las creaciones de los grandes maestros, nos muestran que estamos ante un clásico del género. Escuchémosla, pues, con recogimiento y atención. Entornemos los ojos y dejemos que acuda la imagen de la Dolorosa del Jueves Santo que fue honrada con una música tan hermosa.
"Victoria Dolorosa" es ante todo una página plena de solemnidad, nobleza y recogimiento, pero no por ello menos tierna y nostálgica. José Font traza un discurso magistral, de riqueza inagotable, en sus más de diez minutos de duración. Eso sí, con una estructura bastante libre, más propia de un poema sinfónico que de una marcha procesional al uso. La intensa complejidad de la obra requiere una actitud colaboradora por parte del oyente. No es raro que necesitemos varias audiciones para saborear sus delicados matices.
Toda la primera sección es un constante diálogo: por una parte los metales de registros más graves exponen motivos breves, de dramática concisión, en tanto que la madera desarrolla otros de amplias y dulcísimas armonías.
Tras un generoso desarrollo, una variación sobre el motivo inicial y una posterior llamada de trompetas nos conduce a lo que podríamos denominar como tema B (si fuera lícito simplificar de este modo en el caso presente). Se trata de una melodía de asombrosa belleza, limpia, desnuda, acompañada por austeros acordes. Tras esta deliciosa elementalidad, surgen armonías evocadoras, audaces cromatismos, modulaciones, alternancia entre tonos mayores y menores... Y una inagotable inventiva melódica. La idea parece desbordarse, se rebela, se niega a plegarse a esquemas previsibles. José Font nos sorprende en cada compás. Pero su virtuosismo no resta jamás frescura a la idea original, que siempre nos sorprende con la genialidad de lo inmediato.
El discurso musical evoluciona hasta alcanzar el clímax. Intensidad y emoción sin efectismo ni concesiones. Este punto marca el comienzo del "da capo". Volvemos al recogimiento solemne del comienzo. Finalmente, la obra concluye con una coda en modo mayor de exquisita espiritualidad. La riqueza armónica recrea una atmósfera evocadora y espiritual no lejana a la de algunas obras posteriores de Ricardo Dorado. El brillante acorde final es seguido, a modo de réplica, por otros en un "pianissimo" que resuena en lo más hondo de nuestro corazón.
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