De príncipe alemán a criminal de guerra nazi La realeza en la Alemania nazi Josias de Waldeck

Josias, Príncipe de Waldeck y Pyrmont nació el 13 de mayo de 1896 en el castillo de la familia gobernante en Arolsen, entonces parte del Imperio Alemán. Era el hijo mayor y heredero del Príncipe Federico, el último gobernante del Principado de Waldeck y Pyrmont, que era un estado constituyente del Imperio Alemán, y de la Princesa Bathildis. Josias también era primo de la reina holandesa Guillermina, que reinó desde 1890 hasta su abdicación en 1948. La Primera Guerra Mundial comenzó el 28 de julio de 1914. Waldeck se alistó en el ejército alemán como cadete del regimiento de infantería y sufrió heridas graves después de ser herido en acción varias veces.
En 1934, Waldeck participó en la Noche de los Cuchillos Largos, que fue el asesinato de los líderes de las SA (también llamadas Tropas de Asalto), la formación paramilitar nazi dirigida por Ernst Röhm, un viejo amigo de Adolf Hitler.Hitler, presionado por los comandantes del ejército alemán, cuyo apoyo necesitaría para convertirse en presidente, ordenó a las SS, dirigidas por Heinrich Himmler, que asesinaran al jefe del Estado Mayor de las SA y a sus comandantes superiores. Los asesinatos tuvieron lugar entre el 30 de junio y el 2 de julio de 1934 y las SS también acabaron con la vida de varios críticos conservadores del régimen nazi, incluido el predecesor de Hitler como canciller, el general Kurt von Schleicher. El estallido de la Segunda Guerra Mundial, que comenzó el 1 de septiembre de 1939 con la invasión alemana de Polonia, aceleró la persecución y la deportación y, más tarde, el asesinato en masa de los judíos de Alemania. Un año antes, en octubre de 1938, Waldeck, que se mantuvo fiel al régimen nazi hasta el final, había sido ascendido de nuevo a jefe superior de las SS y la policía de Weimar. En este puesto tenía autoridad de supervisión sobre el campo de concentración de Buchenwald. Fundado en julio de 1937, Buchenwald fue uno de los campos de concentración más grandes establecidos dentro de las fronteras alemanas.
Los prisioneros vivían en el campo principal de Buchenwald, que estaba rodeado por una valla de alambre de púas electrificada, torres de vigilancia y una cadena de centinelas equipados con ametralladoras automáticas.

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