Cómo El Trauma Infantil Produce ADICCIONES En La ADULTEZ

La adicción no comienza en la sustancia ni en el comportamiento compulsivo. Comienza mucho antes, cuando el dolor infantil no encuentra un espacio donde ser sostenido. Lo que en la adultez aparece como dependencia, en su origen fue una solución precaria frente a una herida emocional temprana.

Carl Jung y Gabor Maté coinciden en un punto incómodo: la adicción no es una falla moral ni una simple patología, sino una adaptación psíquica ante el trauma, la negligencia emocional y la ausencia de apego. El cerebro herido aprende a regularse como puede, incluso si el precio es la repetición compulsiva y la autodestrucción.

La sociedad castiga el síntoma, encierra al adicto en la culpa y refuerza la vergüenza, sin mirar la raíz que lo sostiene. La dependencia no busca placer, busca silencio. Busca apagar una angustia que nació cuando no había recursos internos para sostenerla.

Desde la psicología profunda, la adicción aparece como una sed desviada: una búsqueda distorsionada de alivio, sentido y pertenencia. No se trata de falta de voluntad, sino de una historia emocional no resuelta que sigue actuando desde la sombra.

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