Aprendiendo de Jesús La paz que revela a los hijos de Dios

El pacificador no es pasivo: construye puentes*

Cuando Jesús dijo: «Bienaventurados los pacificadores», no se refería a quienes simplemente evitan las discusiones. La paz de la que habla no es la ausencia de ruido, sino la presencia de la reconciliación. El pacificador es alguien que **construye puentes donde todos ven abismos**. No se queda de brazos cruzados ante el conflicto. Se pone de pie, respira hondo y elige hacer lo que casi nadie hace: acercar lo que está lejos.

Ser pacificador requiere valentía. Es más fácil ignorar la tensión, dar la espalda, fingir que no ha pasado nada. Pero Jesús llama a sus discípulos a un amor activo e intencional que lleva a la acción. El pacificador asume la responsabilidad de ser un instrumento de la sanación de Dios. Busca conversar, escuchar y comprender. Pronuncia palabras que curan heridas, no que las abren. Da pasos que unen a las personas que se han distanciado.

Este tipo de persona perturba el infierno, porque el diablo trabaja con la división, y el pacificador trabaja con la reconciliación. Cuando eliges ser pacificador, eliges frustrar planes espirituales de destrucción emocional, familiar y espiritual. Eliges ser un puente donde el enemigo ha intentado cavar hoyos.

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